miércoles, 30 de diciembre de 2009

Recaída

Bienvenida a la parodia de tu vida, querida. Buscaba el momento en el que todo se me había ido tantísimo de las manos, el click que me indicaba que la maquinaria quebraba y no escuché. Si de niña hubiese sabido que me iba a ver tal y como estaba, me lo hubiera pensado todo un par de veces. No había sido una niña brillante, pero creo que nadie habría vaticinado que un martes podrían encontrarme allí, metida debajo de las sábanas, desnuda, con su sobre en la mano. Era o insultante, o lo más generoso que había hecho en su vida, pero las cosas que Caye hacía siempre eran así de equívocas. A mí y a mi orgullo nos pareció una afrenta, que hubiese aparecido de repente un sobre en mi casa, con mi nombre, como una donación anónima a una ONG. Preñadas necesitadas. Para más inri, Vicens había desaparecido, sin dejar rastro, mi favorito sobre el que escupir saliva ardiendo.

No podía apartar la idea de mi cabeza, sabía que ella quería que yo lo hiciese, que le echase narices al asunto y me plantase allí, y acabar con todo rápido, y que dejase de perturbar su paz y la de todo lo que le rodeaba. Y la verdad es que no era mala idea. De repente atravesando el silencio y el calor denso que se acumulaba bajo las sábanas rojas escuché como desde otra dimensión el teléfono vibrando en la mesilla. La voz rota de Joan me subió el corazón a la garganta, me presionó los pulmones y me regaló un pelotazo de adrenalina como hacía tiempo que no sentía.

- ¿Te apetece que nos veamos? ¿Te importa que me acerque hasta tu casa? Necesito hablar contigo.
- Si, si claro. Ven cuando quieras, no creo que me mueva de aquí.

Reaccionar después fue lo más difícil que había hecho durante todas esas semanas. Y lo hice, de repente volví a la tierra. Me di cuenta de todo, como si el resto de los días me hubiese torturado por el simple placer de la autocompasión, de ser más desgraciada que los demás pero sin saber por qué, sin tener ninguna razón, como si me hubiese levantado un día con el pie izquierdo, un día que duraba semanas. El móvil vibrando otra vez. Y su nombre en la pantalla, para comprobar que su dinero iba a ser bien invertido.

- Hola morena, ¿Cómo estás? Tengo que hablar contigo- Todo el mundo tenía que hablar conmigo.
- Dime Caye.
- Es que vi a Vicens hoy, y creo que no está pasando nada bueno con él. No se de que palo va, pero creo que está sin dinero y que ya no sabe de donde sacarlo.
- Que se joda, que se meta a puta.
- No te rías del tema, no estoy segura de que no se le haya ocurrido a él esa idea…lo vi salir del baño con una señora digamos…de aspecto no muy agradable, vamos que no era su tipo, primero porque era un espanto, y segundo porque no era un hombre. Además quería preguntarte que ibas a hacer con el dinero, ya sabes…
- No lo sé Caye, pero si te consuela, en cuanto lo sepa, serás la primera en enterarte.

Cuando colgué abrí el sobre y extendí el dinero sobre la cama, como una manta más, arropada por la sensación de que tenía en mis manos el punto y final. Me vestí mirando de reojo la cama, y llamaron a la puerta. Al otro lado él y sus rizos, y sus ojos clavándoseme. Entró como si entrase en su casa, como los ciegos que memorizan donde se coloca cada mueble pudiendo recorrerlo todo a oscuras. Me esperó invitándome a entrar en mi propia casa, de repente él era el jugador local. Se sentó en el brazo del sofá y empezó a hablar, serio pero a la vez suave, y la verdad es que era el mejor sedante del mundo. Lo sabía todo, Petra me había ahorrado el trabajo, sin pedírselo, en su papel de madre buscando el respeto de una hija ultrajada, le había dado un tirón de orejas, y el había venido.

- Tendrías que habérmelo dicho tú, no entiendo como puedes excluirme de esto, pero no quiero discutir, solo quiero que no te sientas sola, y que sepas que esto es cosa de los dos.
- Yo iba a decírtelo, pero no me dio tiempo, no quiero que pienses que no me importas.
- Vale, pero la…- Y de repente se lo llevó el horizonte, y yo seguí su mirada hasta la doble puerta que dejaba ver mi cama forrada con su manta de papel.
- ¿Para qué quieres tanto dinero?- Y se acercó hipnotizado a la cama. Y en la cama la nota aclaratoria de Caye, para ayudarme a pillar la indirecta que arrastraba el sobre: “Es todo tuyo, haz lo que tengas que hacer. Yo estoy contigo.”- ¿Qué coño es esto, qué coño ibas a hacer? ¿Primero no me dices nada, y ahora te crees que puedes hacer lo que te de la gana sin ni siquiera avisarme?
- Yo no iba a hacer nada sin avisarte, ni siquiera sabía si hacerlo, no había decidido aún nada yo…
- Pero ya considerabas la opción y ni se te había ocurrido llamarme para decírmelo, parece una coña, que tenga que venir yo a contarte a ti que estás embarazada, que parece que ni tú te enteras.
- Joan, vete a la mierda.

No fui yo, juro que no fui yo la que lo dijo, no podía haberle dicho yo eso. Era más mi cara de sorprendida por lo que había salido de mi boca que la suya. Se dio la vuelta y salió por la puerta sin dar ni un portazo, de lo más elegante. Corrí al teléfono y marqué de memoria.

- Edgar ven, tráete algo, lo más rápido que puedas.
- Nena no creo que tú debieses ahora mismo…
- Edgar, por tu madre, por una vez en tu vida olvida que somos amigos y no te comportes como alguien decente. Ya tengo aquí el dinero. Ven.
- Dame media hora.

No sé que voz puse por teléfono, pero debí ser muy convincente, porque hasta él estaba emocionado por lo que había conseguido, “lo mejor de lo mejor”. Nos sentamos los dos en la mesa vieja del comedor, a jodernos la vida un rato, a jodérnosla un poquito más, que total, no nos iba a hacer daño. Hacía demasiado tiempo que no me sentía así, como si me regalasen más vidas que quemar después de la mía, no como una reencarnación, si no más bien como si tuviese unas cuantas más de repuesto.





Me desperté como si se me hubiesen matado 20 veces. Y no vi nada claro, la cara de Edgar, sus ojeras, el gotero, la enfermera, la cortina, jeringuillas, batas blancas, voces dulces, olor a lejía.

- Joder, estás despierta. ¡Ey, está despierta!

T.

martes, 22 de diciembre de 2009

Salidas, entradas, encuentros, aeropuertos.

Puedes ser una perra sumisa o una gata callejera. Puedes ponerte correa y bozal o ser libre.
Aunque a la mayoría les gustan más el mundo de lo canino yo opté, ya hace bastante, por el arrabal y sus fieras.
No es algo malo… tampoco bueno, pero los genes ya me habían predestinado a forjarme la vida usando como arma dos ojos de mirada felina.
Entré a casa, por primera vez en mucho tiempo y por última hasta el fin de mis días.
Gerardo no era mi hermano pero estoy jodidamente enferma. Es probable que, aunque realmente compartiéramos sangre, hubiera arrastrado mis garras por su espalda hasta el cigarro de después. Algunos le llaman ninfomanía, yo… ganas de conocer más a fondo el cuerpo humano, hasta dónde te eleva el grito de un orgasmo.
Nunca me había parado a pensar que esas ansias de descubrir, de ir más allá, me harían rebasar el límite y mentir. Mentí a Petra. Le mentí mirando sus focos canela, esos que nunca fueron deshonestos conmigo, esos que acompañaban sus frases punzada con el calor de la sinceridad de una amiga.
Todos sabían ya que no tenía vínculo familiar alguno con Gerardo o quedaba menos para que lo supieran. Habían visto a su primo Joan y a Petra juntos, hablando… y eso me estaba matando. Para la voz más bonita de la tierra omitir un hecho era faltar al mandamiento número no sé cuál del antiguo testamento. Petra lo contaba todo. No existía pacto que le hiciera callarse nada.
No me apetece ser juzgada bajo un árbol que sólo sabe de desgracias.
Aquí estaba, en la habitación que había dejado de ser mía hace mucho tiempo. Si las paredes de esta parte hablaran, lo harían de poetas y de algunas borracheras. No me preguntes porqué, pero aún en estos momentos me pregunto en qué punto de mi vida se pervirtió tanto la realidad para vestir mis columnas a remiendos de lo peor, con transparencias de puta, necesidad de drogas varias no siempre físicas y tantísimo ruido de rock malo.
La caja fuerte, mis ahorros, algo de ropa… todo en una maleta pequeña para no facturar dirección Helsinki.
La gata ha gastado otra vida. Se me olvidó lo más importante. Se me olvidó caer de pie.
Un sobre:
Destinatario: Tais.
Contenido: 1000 euros.
No hay notas que escribir, ni despedidas que enviar.
Quiero comprobar si soy capaz de echar tanto de menos a alguien como para volver a pedir perdón.
Antes de embarcar voy al baño en la terminal 1 del aeropuerto de Barajas. Escucho arcadas y gemidos en uno de los compartimentos de al lado. Sale una mujer gorda, vieja, mal maquillada, vestida de pieles. Detrás, un hombre. Alto, delgado, rubio. Me suena. Levanta la cara. ¡Vicens!

C.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Demasiada información.

El niño era de Joan. O al menos yo estaba convencida de ello desde que Vicens nos lo soltó a todas titubeante... Joan...el mismo Joan que me citó con un sms totalmente inesperado, en mi éxtasis drogadicto con Edgar...Había llegado la hora...me encaminé al Obelisco.

No lo había visto en mi vida, pero lo reconocí al instante; era la viva imagen del prototipo de tío de Thais...rockerillo, con barba de tres días y rizos desaliñados, la camiseta de hendrix y los pitillos rojos...me sorprendió cómo se acercó a mí, como si me conociera de toda la vida, me estampó un beso en la mejilla...

-Hola Petra, soy Joan...
(Fruncí el ceño)-Me alegro por tí...qué quieres? a qué ha venido el sms?
-Vamos a sentarnos a un bar, que hace frío aquí.

Se pidió un agua sin gas, yo un gin-tonic, y comenzó a relatarme la verdad sbre gerardo y cayetana, con pelos y señales.
Al principio no le hacía mucho caso a lo que me estaba contando...Gerardo ahora era lo de menos...me dedicaba a meditar en cada trago de ginebra el momento en el que le iba a soltar el bombazo...

-No son hermanos, al menos no carnales...su madre se lió con mi tío, el padre de Gerardo, pero Caye nació después, fruto de un lío de una noche de esa gran maestra d la seducción que era su madre. Sin embargo, la muy zorra ideó con un abogado la manera de encasquetar la manutención de la niña a mi tío, que no pudo escapar de ninguna manera a la ley, tal y como se lo había montado esa mujer...

-A ver Joan...frena...Gerardo y tú sois primos? primos de qué? eso es surrealista!!

-Joder, pues primos de primos...toda mi familia es de aquí, por eso estoy pasando las navidades en Ponte...el padre de gerardo, además, tiene una sala de conciertos, no sé si lo sabías...y vengo a tocar con el grupo de vez en cuando, no sé si nos conoces...Silver Lips.

-No tengo el gusto, ni me interesa...a ver, sigue contando.
(no dejé de meterle cortes, pero ni se inmutaba, parecía que me conocía..qué rayada!)

-Están liados, cuando tú estabas con él ya estaban liados y siguen estándolo...pero tienen esos papeles que les sirven de excusa para ocultároslo a todas...Mi primo no es santo de mi devoción, pero hay alguien de tu pandilla que sí lo es...he decidido hablar contigo porque no estoy seguro de cómo reaccionaría ella...
-Hablas de Thais, no? Si yo te dijese cómo iba a reaccionar...

Me contó cómo Thais, borrachísima, le dió mi número para que me llamase si le pasaba algo esa noche...que según ella iba "perdida". Me contó también que hubiera querido despedirse de ella...pero que cuando iba a despedirse se la encontró sobada y en pelotas abrazada a Vicens en un colchón y que no supo qué pensar.

-Joder, tú eres tonto, si Vicens es más gay que yo que sé! puedes celarte de cualquiera menos de él...

Ya no me consumía la rabia...lo ví colado, lo ví buen tío...y decidí dar el paso...(Otro gin-tonic)
-Tú la quieres?
-A ver Petra...es muy pronto para decir eso pero...me gusta, sí, no sé que me ha dado pero...
-Está embarazada, está embarazada y es tuyo.

Como un acto reflejo se apartó de la mesa arrastrando la silla...

-¿¿¿¿Qué???? venga ya! me estás puteando! llevas puteandome toda la conversación, borde de mierda! por qué no os vais tú y toda tu pandilla de tarados a tomar por el culo??

Y una mano lo agarró.

-¿Te está molestando?
-¿Qué? No...no te metas donde no te llaman tío, pírate.

Y sonrió...qué sonrisa joder...qué sonrisa...

-Soy Miguel, para cualquier cosa estoy tras la barra (guiño)

Jooooder...(bueno Petra, tú a lo tuyo)

-No estoy de coña Joan...hace cinco minutos me decías que te gustaba...y ahora...ahora qué? como hay un problema la dejas en la estacada? quieres ser como tu primo? no eras "el diferente"? no eras legal? hijo de puta...

Se sentó y vi como pasaron 10 años en un minuto en su rostro...

-Dame su número, no voy a dejarla sóla, haré lo que tenga que hacer.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Monosilabeando sentencias

Fotografías. Páginas de historia, recuerdos plasmados en unas cuantas hojas de papel, tinta derramada para sonreír… Momentos alegres, las fotos sólo reflejan aquellas cosas que queremos recordar. No hay fotos tristes ni iracundas… Ojalá pudiese ser como este álbum. Paso las páginas y no puedo evitar que una lágrima caiga por cada una… Habíamos perdido tanto… pero el objetivo no era recrearme en lo perdido sino quedarme con lo eterno, con lo que siempre llevaríamos con nosotros. Ahora estaba lejos: yo estaba lejos y lejos también estaban las sensaciones de las que me intentaba empapar con cada una de aquellas imágenes.



- Chicos, hay una explicación, tranquilizaros, lo de Caye tiene explicación. Ya os contará...

Era el preludio… Petra sólo quería dejar discusiones a parte en aquel momento que, al fin y al cabo no dejaba de ser especial. Las que llegaban más lejos ya estaban allí y yo no podía parar de buscar una buena respuesta para que los ojos de Thais me mirasen como siempre.

Cayetana rompió el hielo, era buena en eso, aunque no siempre oportuna…

- Bueno Mami! Que, ¿cómo ha ido con el chochólogo? – nunca tuvo tacto, a pesar de aquella apariencia señorial que siempre pretendía aparentar era bruta como ella sola.

Me crispaba aquella situación, todas trataban de normalizar la situación, aunque nunca nos habíamos visto tan lejos de los límites… Lidia agachaba la cabeza, la culpa podía olerse desde lejos. Pero no era sólo la suya, cada uno teníamos un buen puñadito escondido, encerrado en nuestros manos y detrás de la espalda, para que nadie viese lo grande que pudiera ser… No tenía duda, yo me llevaba el Óscar al mejor culpable.

A su lado, Leo miraba con ojos vidriosos, este tipo de situaciones siempre habían podido con ella; luchaba, sí, luchaba a muerte pero de la mano de una sensibilidad quizás extrema. Parecía compartir la culpa de Lidia, su mano siempre estaba tendida para todos aunque esta vez parecía también tener su parte propia… aún no se había pronunciado, y yo estaba seguro de que cuando lo hiciese nos dejaría con la boca abierta. Algo no cuadrada en aquella imagen.

La mirada de Serena era diferente, entre desafiante y comprensiva… parecía esconder un “te lo dije” mezclado con una profunda pena de ver a Thais en aquella situación.
Había también cierto alivio en cada par de ojos expectantes, pues al fin y al cabo podría ser cualquiera de ellas la que jugase el papel que Tha se había visto interpretando del día a la mañana.

Raquel parecía contenida. La conocía bien. Estaba deseando echarse a los brazos de Thais o que ésta se tirase a los suyos pero todo era demasiado tenso y desconocido para nosotros. Alejandra parecía más tranquila, tenía la capacidad de fuese cual fuese la situación aparentar normalidad; era capaz de mantener un temple indiferente hacia los demás, pero a nosotros ya no nos conseguía engañar. Aún así decidí fijarme en ella, esa falsa tranquilidad me empapaba, poco, pero calmaba algo aquella inquietud insoportable.

Cayetana sonreía orgullosa de su chiste y estaba esperando alguna carcajada de su público. Pero lo único que obtuvo fue silencio. Silencio horrible y asqueroso que taladraba nuestra conciencia. Aún así, no se rindió…

- ¿Tuviste suerte? ¿¿Era el ginecólogo mazizo?? Aún te dejarías hacer un apañico eh!! El otro día yo… - Se calló. Aceptó el percal y desistió como cómica.
- A ver Thais, ¿cómo fue? ¿Qué vas a hacer? Nos tienes preocupados… - Raquel decidió ser la que comenzase, pero no se daba cuenta de que estaba alimentando un fuego en el que todos arderíamos…
- ¡¿Que qué voy a hacer?! ¡¿Qué voy a hacer?! - Había comenzado - Pues eso mismo era lo que trataba que Vicens me dijese, ¿verdad?

Estaba en el punto de mira ahora… Nunca había deseado tanto desaparecer… Tierra trágame por favor…

- Eh… - genial, monosílabos.
- ¿Qué pasa aquí? – Petra había entrado en juego.
- Pasa que estoy de cuatro meses, eso es lo que pasa… Cuatro putos meses.
- Pero Gerardo no fue hace cuatro meses…
- ¡Premio Lidia! ¿Qué ya no te sientes tan culpable no? Brindo por ti, puedes irte si quieres ya – Lidia pasó del blanco al rojo en milésimas de segundo.
- No seas así Thais, lo tuyo no es ser víctima – Lidia estaría roja, pero no se callaba.
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué yo las busco? ¿Que me lo merezco…? Tardabais en decirlo…
- Nadie ha dicho eso, pero si quieres desahogarte hazlo – Petra siempre al grano – para eso estamos aquí, no para juzgarte.
- ¿Sabes lo que quiero? ¡Lo único que quiero es saber la verdad! ¡¡¡¿De quién es?!!! – la pregunta iba hacia mí, pero nadie se había dado cuenta…
- Pues si no lo sabes tú… - A Alejandra le salió del alma, ella se movía por impulsos.
- No, no lo sé. Ese es el problema, que no lo sé pero alguien sí lo sabe – ahora ya todas conocían los bandos de la partida.

Era mi turno…
- Eh… - monosílabos otra vez
- ¿Es lo único que sabes decir? De repente perdiste el habla. ¿Qué coño pasa contigo?

Las demás estaban más que perdidas. No era capaz de hablar. ¡Ayuda por favor! Los ojos comenzaron a inundarse… típico en mí, aunque alguien lo percató rápido y cambió sutilmente el tono de la conversación…

- A ver aquí estamos nueve, no estáis sólo dos. Empieza por el principio – Gracias Caye.
- Relajémonos, sentémonos y empecemos desde el comienzo – una serena Serena levanto la cabeza entre la muchedumbre.
- ¡¡No quiero relajarme!! ¡¡Quiero la verdad!!
- ¡¡¡Basta de gritos joder!!! Vamos a sentarnos de una puta vez – Leo levantaba la voz pocas veces, pero cuando lo hacía era determinante y el indicio de que algo gordo pasaba. Normalmente lo acompañaba de alguna lágrima.

Como por inercia y de mala gana caímos al suelo, aunque los nervios de Thais eran los mismos sentada que de pie.

-El principio es ese. Que estoy de cuatro meses, que no es de Gerardo y que este cerdo cabrón lleva mintiéndome cuatro meses - Miradas a mí otra vez – Nos acostamos con Joan y Eloy en la misma habitación.
- ¿Los músicos? ¿Pero no habíais ido sólo al ensayo? - Raquel se limitaba a flipar.
- Entonces… - Petra parecía encajar piezas, estaba construyendo el puzzle.
- ¿Es de Joan? Pero si se fueron de la ciudad… - Alejandra metía sin querer el dedo en la yaga…
- ¿Es de Joan? Eso quiero saber yo… Y este cabrón no habla… ¡¡¡Vicens!!!
- Calma Thais por favor… así no llegamos a ningún sitio, son momentos delicados – Leo intentaba apaciguar a la leona.
-Delicados par quien, ¿Para quién? Eres acaso tú la que está embarazada… ¿eres acaso tú, Vicens, el que carga con ésto? – Silencio. Los ojos de todas se abrían a la vez hasta el punto de casi desorbitarse… - Vicens, ¿es tuyo este niño?

Era mi turno, mejor ocasión nunca.

-No, no es mío Thais – expiraciones de alivio era lo único que podías oír.
-¡¡Entonces por qué tanto misterio joder!! Claro, entiendo. La puta culpa otra vez ¿no? ¿O es porque es de tu querido Eloy y me odias?
- No Thais, no es de Eloy y no te odio…
-Sí me odias… Eres un cerdo egoísta, ¡Tenías que haberme dicho esto antes!
Todas asentían, tenían razón.
- Bueno dejémonos de lamentaciones, pasó pasó – Cayetana era práctica.
- Claro muy fácil decirlo… Es toda tu culpa…
- Basta Thais – Raquel quería suavizar.
- NO, no basta por sus niñerías estoy embarazada. Sólo piensa en él, no quería admitir que de nuevo lo dejaron tirado, como siempre, no hay tío que le dure y lo paga así…
- Mira si no dije nada era precisamente para que TÚ no te sintieses así. Sino deja de beber y vigila con quien te acuestas y te dejas de acostar, así no tendrías dudas de quien es el padre – No sé por qué dije lo que dije, supongo que para tratar de desculpabilizarme, victimizar ese personaje que estaba creando…
- Tienes la cara de insultarme… Flipo contigo tío…Y tú que, que no ibas conmigo ¿eh?
- ¡¡¡Bueno callaros ya!!! – Petra tomó el mando en la discusión – Vamos a hablar tranquilamente. Ya tenemos padre. Pues ahora olvidémoslo. El niño es nuestro. Y punto…

Aquella sesión había sido traumática de más. Horas y horas de interminable discusión. Llegamos a un único pacto: Contaríamos diez antes de hablar. Nos fuimos relajando y llegamos a la conclusión de que nos queríamos. Quien no se consuela es porque no quiere. Intentamos repartirnos la carga… Pero al parecer no era el mío el único secreto que iba a destaparse… todos teníamos lo nuestro. Nos sorprendimos de nosotros mismos, ¿cómo tanto en tan poco tiempo? ¿cómo habíamos pasado de contarnos cada segundo de nuestra existencia a contar verdades a medias…a callarnos?



Las ruedas de aquel autobús eran la pura cobardía, el egoísmo más transparente, el miedo descontrolado y la vergüenza. Pero el autobús no era ninguna metáfora. Quizás sólo quería sentirme querido, llamar su atención, tenerlas preocupadas y sentir que me querían. Pero a pesar de esconder tantas sombras aquello me vendría bien. Tenía que encuadrar todo, sentir real la situación y aceptar que aquello no era una película de Almodovar. Que la verdad dolía y mucho más las mentiras. Cada kilómetro lejos era una puñalada más a mi persona, pero si no lo hacía la distancia sería aquella situación lo que acabaría conmigo, así que me decanté porque no me viesen morir en vida. Elegí el camino fácil. Me fui. ¿Por cuánto? No lo sé.

Lo único que sabía era que lo necesitaba. Fue así como llegué a encontrarme tirado en aquel sofá extraño, en aquel apartamento alquilado, enclaustrado en aquella “cité” desconocida con un álbum lleno de buenos recuerdos y un puñado de recuerdos totalmente opuestos que no dejaban de rondar mi cabeza. París no me juzgaba. Y eso era lo que buscaba. Cada hoja que pasaba me pesaba más. Salir por aquellas calles me hacía sentir nuevo, ligero, podría incluso salir volando junto a la brisa de aquella ciudad. Nada desearía tanto. Inevitablemente, cuando me volvía a sentar en el maldito sofá todo el peso del mundo me aplastaba, aunque ver que un día fuimos felices conseguía que encontrase algo de sentido a aquella triste existencia. Pero al desviar la vista de las fotos el peso de la mentira caía sobre mí de nuevo…

“ - Vicens, ¿es tuyo este niño?
-No, no es mío Thais. “

V.

lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Cómo?

"Joder! son las dos de la madrugada y Edgar no se digna a venir..."
Era lo único elocuente que podía pensar en ese momento...lo había dejado por un tiempo, pero todo lo que se nos había caído encima con los últimos acontecimientos me provocaba una ansiedad desmesurada.
Edgar había sido mi amigo creo que desde el momento uno, le confiaba todo, hasta mi vida si hacía falta...pero desde que se había liado con Alejandra sentía que lo había perdido un poco. Quedaban muy atrás los tiempos de confidencias en los banquitos de la plaza, el día que me contó que se había liado por primera vez con un tío y el día que probamos el primer porro. Era un bisexual totalmente declarado, cosa que extrañamente a Alejandra, más que inquietarle le divertía.Ellos tenían...bueno, de hecho tienen una relación libre...fué el mismo quien le presentó a Gerardo hace meses...pero bueno, mejor olvidar esta parte del asunto.
Edgar, además de mi amigo de la infancia y el tío que se follaba demasiado asiduamente a una de mis mejores amigas era el máximo camello de la ciudad. El hijo de puta se lo había montado la mar de bien...
El caso es que lo esperaba esa noche, meciéndome en el sofá, apurando cigarrillos y tratando de no pensar en lo que Caye me había contado esa misma tarde...su hermano...no puede ser! me la está metiendo doblada...
De repente vino a mi mente un detalle que había olvidado...hoy hacía un año que nos habíamos sentado alrededor del maldito árbol pero hoy las cosas pintaban muy diferentes...cada uno en su casa y dios (y gerardo) en la de todos...prfff...cómo pudimos llegar a hacer lo que hicimos...cómo pudimos perder tanto la cabeza...él era como nosotros, sólo quería ser uno más en nuestro círculo...una rama más de ese puto árbol...y nosotros...no, todavía no puedo hablar de eso.
El caso es que Edgar llegó, sonríendo como siempre...se había comprado unas gafas de estas que parecen graduadas pero que en realidad no lo están...y joder! le quedaban como el culo. Con gafas o no, me alegré un montón de verle...
Nos metimos unas rayas, nos colocamos bien, y la cosa derivó en una conversación que jamás creí tener con él...
-Ed..sabes que Caye y Gerardo son hermanos?
-Claro! mi padre era amigo de los suyos cuando los tuvieron...pero luego se separaron o el se piró o..no sé que pasó...pero sí que lo sabía, claro! si lo sabe todo el mundo!
-Joder...pues yo no tenía ni idea...cómo pude desconfiar de ella...me siento como una perra.

En ese preciso instante sonó el movil...un mensaje de un tal Joan...No te fies de ellos petra, te la están metiendo doblada...quedamos en el obelisco a las 8:30, te contaré la verdad.

¿Qué coño? El mundo se está volviendo completamente loco...Por si acaso, eché a Edgar de casa con una excusa de dolor de cabeza barato y contesté: Allí estaré.

Feliz año.

P.

Fin de año de incomprensión...

Thais no cabía en sí misma, yo ya no sabía si era rabia, odio, angustia, necesidad…

- ¡¡Contéstame!!

Créeme, lo intentaba… pero parecía que el mero hábito de hablar era desconocido para mí, o al menos intentaba engañarme a mí mismo de ese modo. Me hacía sentir menos culpable, aunque en realidad era la culpa la que ataba incandescente mi lengua.
A lo lejos se acercaban. Eran ellas. Todas. Nunca me había sentido tan indefenso ni tan afortunado de las apariciones que estaba viendo. Supongo que todas querían saber cómo le había ido a Thais en la consulta. Una de las borrosas figuras se apresuró para llegar antes que las demás. Petra.

Debió oler de lejos el percal, ella tenía un sexto sentido para estas cosas. Su paso cambió conforme se acercaba. Pasó de la carrera al caminar indeciso de un niño a oscuras. Sentía que algo no iba bien, pero parecía que tenía algo importante que decir, pues volvió a acelerar.

- Chicos, hay una explicación, tranquilizaros, lo de Caye tiene explicación. Ya os contará...

Llegó el resto de la tropa. ¿Salvado por la campana? Aunque sólo fuese un segundo, el tiempo era más que oro para mí. Era extraño, nunca me sentí así con ellas, ahora debía medir mis palabras.

Feliz año

V.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Quien calla otorga

La culpa me comía por dentro… era como una polilla inquieta. Nada podía pararla.

Allí estaba Thais, tirada en la hierba, viendo pasar el tiempo, quizás esperando ser tragada por la misma tierra que yo estaba pisando. No imaginaba como debía sentirse… pero cada paso que daba hacia ella me costaba más… La culpa se había transformado ahora en una gran cadena de plomo que no me dejaba caminar…

Todos culpaban a Gerardo… Estoy seguro de que Tha no se acordaba de nada… y lo peor es que ya era demasiado tarde… Yo nunca pensé que un silencio pudiese traer una consecuencia como la que crecía ahora en su vientre. Demasiados baches amorosos e hijos de puta sueltos habían escrito la historia de Thais como para dejar que la pobre se hundiese más estando en mi mano la posibilidad de brindarle la ignorancia.
La ignorancia…

Si hubiese hablado antes… quizás Thais no estaría dibujando aquella tétrica imagen tirada en la hierba… o sí? Me vuelvo a decantar por la ignorancia…

Era hora… comenzaba la segunda parte del partido

-¿Qué tal cariño?

- Vic, cuatro semanas, no salen las cuentas. Gerardo no fue hace cuatro semanas, fue hace menos. Vicens, ¿dónde estábamos hace cuatro semanas?

- Estamos jodidos…

- Ya lo sé…lo sé. Por cierto, tengo que hablar contigo. Cayetana…Cayetana ha dormido hoy con Gerardo, la vi salir hace un rato de su casa, el cabrón ha hecho el pleno.

-Maldito hijo de puta…- Un fuego fatuo destrozó a la polilla que encerraba en mi interior… la culpa pasó a rabia; la rabia a impotencia… Había intentado hacer todo lo imposible para que ese cabrón nos dejase en paz. Me había dejado a mí mismo a la altura de una piedra y aún así ese desgraciado seguía saliéndose con la suya…

-Bueno Vicens… no es culpa tuya, tú ya hiciste bastante… Ahora lo que realmente nos tiene que preocupar es esto – Thais apuntaba a su barriga como deseando que no fuese la suya, que saliese corriendo al señalarla…pero seguía ahí. – Y por tu cara, no parece sorprenderte que esté de cuatro malditas semanas…

-En verdad no… - Troya empezaba a arder…

****Cuatro semanas antes…

Aquel ensayo era horrible. Estaba hasta los huevos, en realidad lo único que quería era tirármelo… joder cómo estaba… puff, y cómo estaba yo, la dichosa canela de la tarta de Cayetana había hecho más efecto del deseado; parecía que también Thais estaba igual…hiperventilaba la muy exagerada… La verdad, no podíamos ser más gráficos. O nos íbamos o la liábamos otra vez.

-Tha, yo no puedo más… o salimos de aquí o me echo encima…

-Ya te veo ya… serás cerdo

-¡Y tú qué! Podría hacerme un buen zumo de naranja en tus…

- Mierda, pensaba que disimulaba un poco…

-Vámonos en serio, ¿qué hacemos aquí?

Los conocimos ayer, era una de esas noches en las que todas se desperdigaron y al final quedamos sólo tres: Serena, Thais y yo. Acabamos desatadísimos, bailando ritmos imposibles y desgañitándonos la garganta con nuestras canciones. Podríamos haber sido más, pero desde luego mejor no lo pudimos haber pasado… Y al dolor horrible de pies que nos llevamos para casa le añadimos esa noche un par de teléfonos… Tha y yo claro, Serena no operaba así, ella iba a lo que iba, siempre directa al grano, prefería llevarse algo carnal, no un teléfono…
Los chicos tocaban en un grupo, estaban unos días en la ciudad. Eran músicos (o así hacían llamarse) despreocupados buscando algo de cariño y público complaciente que les regalase un puñado de aplausos. Como Thais y yo somos almas puramente caritativas, decidimos brindarles nuestro calor de público enajenado e ir a su ensayo al día siguiente.

A mí me gustaba Eloy y Thais parecía tener más que atracción por Joan…pero no podíamos más, o nos íbamos o se armaba, aunque con este calentón no sé ni siquiera si podríamos resistirnos el uno al otro por mucho respeto que hubiese en nuestra amistad.

Me decidí:

-Bueno Eloy nos vamos ya, que es tardísimo –grité desde lejos mientras Thais me asesinaba con la mirada.

Los chicos se acercaron:

-No os vayáis… acabamos ahora y nos tomamos unas cañas… Lo prometo!

Tha me miraba suplicante… la muy perra sabía que ponía la mejor cara de súplica del mundo, y se aprovechaba de ello y yo tenía como asignatura pendiente aprender a resistirla…Lo peor es que sabía cómo acabaría la historia…

A lo tonto, los musiquillos nos invitaron a cientos, miles de cañas… y acabamos un poco como preas benditas. Tocaba despedirse ya, pero era tardísimo y yo tenía la casa libre:

-Vic, anda vamos todos para tu casa… que está más cerca y estoy baldada- maldita borracha, siempre me liaba…

-¿No te importa? – Eloy me miraba con aquellos ojos de cielo… ¿cómo me iba a importar?

Me quedé inmóvil, buscado una respuesta coherente, pero antes de abrir la boca vi que Thais estaba intercambiando más que palabras con Joan y yo…Eloy se acercó para besarme.

Perdidos.

Desperté esa mañana con el sonido de un cinturón abrochándose y una puerta cerrándose… Parecía una orquesta en mi cabeza. Miré alrededor, el paisaje era desconcertante: cojines, sábanas, ropa… Thais como muerta, ultrajada en una esquina; yo estaba cerca con el edredón y los dos musiquillos ya eran aire… Les había faltado tiempo…

A mi lado una cutre y patética nota:

“Ha sido divertido esperamos veros en otra ocasión. Sois increíbles. Hasta la próxima!
Fdo. Eloy y Joan”

La nota ardía en mis manos…No salía de mi asombro. Tal cual. Se fueron por donde vinieron. Otra vez lo habíamos hecho mal… Habíamos sido otro puto polvo para ellos. Lo peor era que él me gustaba y a Thais le gustaba Joan aún más… estaba incluso ilusionada, y hacía tiempo que no la veía así…

Por suerte o por desgracia no se acordaba de nada más allá de las cañas. Thais no tenía por qué enterarse… estaba muy delicada últimamente con el tema amores, decirle que el tío que le gustaba “la folló y se fue” era algo innecesario…

****Miré a Thais, sus ojos negros escondían un brillo de decepción…

-No me habías dicho que estuvieron en tu casa… Me dijiste que sólo fuimos tú y yo. Que yo estaba demasiado borracha. ¡Joder Vicens! ¡Joder! Podría haber evitado esto. ¡Joder! Es que eres imbécil ¡Gilipollas de mierda! – nunca la había visto así…pero no le faltaba razón. Sus ojos eran una mezcla de Medusa y Patito feo. Se quedo quieta. – Entonces, es de Joan... – Silencio – Vicens, entonces es de Joan – más silencio, mirada baja - ¡¡Vicens!! ¡¡Contéstame!!

V.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Absolución

Dos días. Era lo que me iba a permitir, dos días y sus dos noches. Mal aprovechados, de depresión y autocompasión. Dos noches de insomnio y rabia mal vomitada. Dos días para llorar como un bebé o bailar en la línea entre la desesperación y el bloqueo emocional. Dos días. Y al tercer día, como resucitada de entre los muertos volver a la vida. Después de dos días mirándome mi ombligo como si en cualquier momento aquello fuese a crecer de repente para convertirme en el ejemplo de escarmiento que los padres darían a sus hijos: si no quieres acabar como ésa, procura hacer algo de tu vida.

Al tercer día, como una aparición de la Biblia levanté el teléfono y llamé a Raquel. Ahora yo ya no me sentía capaz de hacer nada sola. Sabía que me acompañaría porque ahora su casa era casi como una especie de monasterio Zen. Tras días de examen de conciencia había decidido convertirse en la piedad en persona, la virgen de los desamparados. Y a lo mejor la llame porque fue una de las pocas a las que no le sabía la boca a hierro de morderse la lengua, o que no me había colgado un cartel de neón en la frente que clamase ‘jódete puta’. Y tras esperarla quince minutos eternos en su portal, dibujamos el corredor de la muerte hasta el hospital.

- Estás preciosa, tienes unas ojeras que meten miedo. ¿Qué coño has hecho estos días?
- No dormir, creí que las ojeras lo habían dejado bien claro.

Tenía que habérmelo imaginado, Dios, Buda, Alá, El príncipe de Beukelaer o quien coño organizase todo esto todavía no estaba contento. Me jodía porque yo sabía que no me salían las cuentas, aunque no le dije nada a Raquel. Cuatro semanas era imposible, totalmente imposible. De cuatro semanas. Lidia podía meterse su culpa por el culo. Podría haberme tirado a Gerardo con un colador y habría estado igual de preñada. Me daba igual, aún recién salida del hospital seguía odiándola, la odiaba cuando se tomaba la justicia por su mano como si el creerse la mártir por excelencia le diese derecho a todo, la odiaba cuando se hacía la feliz como una parodia de sí misma. Para mí Lidia seguía siendo la culpable, aunque a efectos prácticos fuese inocente, yo también podía tomarme la justicia por mi mano, yo la condenaba, a fin de cuentas ahora yo también estaba jodida.

De camino al parque pasé por delante de Gerardo, la tortura no me hacía sentir mejor, pero siempre fui una masoquista en potencia. Ver salir a Cayetana apresurada dejando que el portal se cerrase solo con un trueno no era lo que necesitaba. Las piernas se me entumecieron y el aire se volvió sólido, no podía respirar. Aquello era estupendo, la que faltaba, Gerardo y Cayetana, sonaban a novela de Danielle Still.

Tirada en el parque, con los brazos en cruz, como si me hubiesen colgado a mí con los dos ladrones, ‘¿A quien queréis salvar?’ ‘¡A Barrabás!’. Como queriendo la absolución por el pecado original. Con los ojos cerrados. Noté como me agarraban la cara y me daban un beso en la frente, y me incorporé.

- ¿Qué tal cariño?
- Vic, cuatro semanas, no salen las cuentas. Gerardo no fue hace cuatro semanas, fue hace menos. Vicens, ¿dónde estábamos hace cuatro semanas?
- Estamos jodidos…
- Ya lo sé…lo sé. Por cierto, tengo que hablar contigo. Cayetana…Cayetana ha dormido hoy con Gerardo, la ví salir hace un rato de su casa, el cabrón ha hecho el pleno.


T.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Látex y Karma

Se observó desnuda ante el espejo un instante, y entre la obnubilación ante su propia figura y un mal fingido orgullo se palpó las costillas. Le encantaba. Cada hueso que se insinuaba era como premio para su desaborida autoestima. Se vistió a prisa. Eran las 9:30 de la mañana y tenía que ir a la facultad, pero no tenías ganas. Hacía demasiado tiempo que apatía reinaba en su vida, así que cambió de idea y se dejo caer de nuevo sobre la cama. Cerró los ojos y se sintió desfallecer, la debilidad física le provocaba una sensación pseudomística, de mártir, de espectro entre dos dimensiones. Lidia se alejaba, o al menos lo intentaba. Pero siempre era fallido porque siempre estaba él, Gerardo, para recordarle quien era ella.
Fue hace tres años cuando se cruzó en su camino. Ella era una adolescente brillante que estudiaba en Londres ese año gracias a una beca escolar, él un sinvergüenza descarado con dieciocho años muy bien aprendidos. Se conocieron por casualidad en el metro, él estaba perdido e intentaba hacerse entender ante los guardias de seguridad en algún tipo de balbuceo anglosajón; ella reconoció en su voz el acento “typical spanish”. Fueron a tomar algo y ella supo que se había convertido en un corderito en la boca del lobo, sin posibilidad y sin ganas de huída. Durante la estancia de él Inglaterra, en la que estuvo trabajando de camarero con el pretexto de aprender inglés, le llenó ojos y oídos de promesas; hasta que una noche entre “te quieros “y carantoñas le hizo el amor. Al día siguiente, se marchó sin despedirse y no supo de él en mucho tiempo. Con el duelo en los ojos y el sabor de un primer amor herido, Lidia acabó el curso y dejó Londres.
Era el 22 de Junio y había quedado con sus amigas para celebrar su regreso .Entonces volvió a verlo pero de la mano de Petra. Por un momento, quiso estar loca y que en realidad fuera otro hombre el que se agarraba de su brazo, pero esa sonrisa pícara era inconfundible. Después de tantos meses, ahí estaba él sin ni siquiera mirarla y de la mano de su mejor amiga.
-Mira Lidia, es mi novio Gerardo- dijo Petra-Mira que de novedades te tenemos preparadas-añadió risueña
Casi no podía ni respirar. Él se acercó a darle dos besos como si nada y fue entonces cuando Lidia le susurró:
-¿Por qué, Gerardo, por qué?
Sin ni siquiera cambiar la expresión, al rozar su mejilla para cumplir con el segundo beso de rigor, contestó
- Si solo eres una puta más.
Le tocó el culo con disimulo y sonrió
Le dolió tanto que pensó partirse. Sintió como el odio le abrasaba desde la garganta hasta el alma. Poniendo malas excusas salió corriendo de allí, se sentía inmunda, estúpida y tremendamente sucia. Nunca dijo nada, nunca conto su historia pero, algo en Lidia cambió para siempre.
Fue hace 3 días, Lidia ya no era ni el cadáver de lo que fue. Vestía camisetas anchas, el pelo casi rapado, pesaba cuarenta y cinco kilos y sentía asco, asco por casi todos, pero sobre todo por él; y eran esos sentimientos los que desfiguraban su expresión. Estaban en el Bad-way y volvía de la barra de pedirse un cubata y lo vio otra vez, pero esta vez del brazo de una fulana rubia. Hizo como si no los viera pero eso era algo que Gerardo no podía consentir y dijo en alto:
-Ostia un cuervo- dijo mientras la señalaba.
Y él se rió y ella no pudo soportarlo. Así que presa del impulso, se acercó sigilosamente al resalte de la columna donde dejaba su chupa de cuero . Miró de reojo, nadie la miraba. Se sacó uno de los imperdibles que llevaba como pendientes y metió la mano en el bolsillo; uno a uno pincho cada uno de los preservativos que llevaba. Cuando acabó de perpetrar su crimen, sintió como el Karma se restablecía.
Son las 13.30 del mediodía y Lidia acaba de enterarse de que Thais espera un hijo de Gerardo. No sabe muy como sentirse. Puede que la rubia le diera calabazas. Puede que Thais mienta. Puede que el Karma no exista.



L, alter ego de Lidia.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Vapores de noticias

Como caerse en medio del Atlántico en pleno Diciembre y eso que el vapor del baño que me acababa de dar salía por la puerta inundando el cuarto.

¡¡Petra!!

Petra Gerardo Yo Petra Gerardo Yo o, lo que fue igual en ese preciso instante, el más total sin sentido.

¿Conoces esa sensación en la que sabes que no has hecho nada pero imaginas lo que piensa el resto del mundo? Buh amigo, muy duro. Si las miradas matasen… créeme, Petra sería acusada de mi homicidio en primer grado. Pero no habló, yo tampoco. Cuando reaccioné me vi en el portal del edificio medio desnuda y con Petra sentada, a la par que anonadada, ante la narración del enunciado:

-Gerardo es mi hermano. Bueno, en realidad hermanastro. Resulta que mi padre tuvo un desliz con su madre años atrás pero no se quiso hacer responsable. Conoció a mi madre, eran felices, iban a tener una hija y, al nacer, se mudaron a Helsinki y no regresaron hasta 10 años atrás.-

-Caye… yo, no sé qué decir. Pensé… Pensé que… bueno, que habías caído como una más.-

-A punto estuve hace unas semanas pero… iba colocadísima y acabé con el camello del Oasis, follando por unos tripis y Gerardo se fue con Thais. Me enteré de esto el domingo pasado. Me lo contó mi abuela. Me he ido de casa Petra. Viviré con este gilipollas hasta que consiga hablar con Caetano. Arreglar las cosas y volver a vivir con él.-

-Thais está preñada. Preñadísima. Vas a ser tía. Gerardo es el padre.-

Poco sútil, las cosas claras cuando son importantes. Ella en estado puro.
Frío. Mucho frío. Escalofríos y pequeñas descargas recorrían mi cuerpo desde el talón a la cabeza. ¿Thais embarazada? ¿Gerardo padre? Eran demasiado jóvenes, demasiado insensatos. Ninguno de nosotros llevaba una vida socialmente aceptable. Nos caracterizaban los malos vicios, las sensaciones extremas. Fanáticos del caos ahora más perdidos que nunca.

¿Soluciones? A partir de hoy, la unión que nos hacía ser lo que éramos. La unión que nos sentaba bajo un árbol. Esa unión se hacía más fuerte.
El mundo tiene muchos precipicios y nosotros nos los comíamos todos.

-Volveré a casa. Le pediré el dinero a mi padre diciendo que es para mí. La reputación de la familia es lo primero y le urgirá limpiar el nombre antes del sábado. “La vuelta de la hija prodiga” dirá. Dios… necesito una raya.-

Petra no quiso ni mirar. He de admitir que alcanzar su velocidad cósmica de autodestrucción siempre nos había quedado muy a desmano pero, últimamente nos acercábamos con más rapidez de la que hubiéramos imaginado y probablemente deseado.
Pensaba en Vicens… en dónde estaría para devolverme las ganas de no darle importancia a nada, las ganas de coger sólo la copa de Jack, las ganas de no recurrir a tarjeta y billete, las ganas de querer como hacía ya meses que no quería.
Cerré los ojos. Caminé por la cuerda floja del alambre. Me tumbaron en la cama de Gerardo. Ya no escuchaba nada más que la dulce y soul voz de Petra susurrarme una de nuestras canciones. Yo… bajaba el telón. Hasta mañana, hoy… hoy no quiero ir de putas.

Thais, ¿Cómo ha pasado? Tu vida también es la mia.

C.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El perdón.

No soy una persona fría, pero cuando me enteré, el jarro que se me cayó encima me caló hasta los huesos...me sentí ultrajada, traicionada, presa de la ira...pero si hay algo que me caracteriza es el autocontrol...

Lo primero que pensé fue...está preñada? que se joda!que se jodan los dos! Y ahora que se las arreglen solitos...pero las cosas, después de pensarlas bien no se ven así.

Yo sabía perfectamente que Thais no tenía dinero para abortar, así como sabía que no se arriesgaría nunca a pedirmelo...no, a mí no, tendría demasiada cara si lo hiciera...él era mío, desde el principio de los tiempos fue mío, y en el fondo, aunque haya pasado por la piedra de todas mis amigas, seguía siéndolo...

A ellas no les importaba, para ellas era un especie de "Adonis" follable cuando les apeteciese...pero para mí lo era todo...la razón por la que me sumergí en las drogas, por la que perdí la dignidad y el convencimiento de que algún día, con suerte, podría volver a enamorarme...

Así que, con la ropa del día anterior, arranqué hacia su casa...y...bueno...me lo encontré como jamás había visto a Gerardo; llorando como un bebé.
Al principio pense que se había enterado de lo de Thais y del niño que venía en camino(que te jodan, por capullo);pero no era así...lloraba porque todo el pueblo se había enterado de que se había liado con un homosexual.

Su reputación de machito, su ego hecho trizas...y quién estaba para consolarle? como siempre...yo. Le dije que no tenía importancia, que la gente se lo iba a tomar como una borrachera sin más, pero me enseñó todas las fotos que un anónimo había colgado en el tuenti, el facebook, en esta misma cadena de blogs, incluso en formato montaje en youtube (Vincens, esta vez te has pasado...).

Y no os lo vais a creer, pero me entró la risa floja, me descojoné en su cara, porque se lo merecía, porque era el mayor hijo de puta sobre la faz de la tierra...esta vez le habían dado donde más le dolía...

Fue entonces, en medio de mi cruel éxtasis, cuando Caye salío del baño envuelta en una toalla que dejaba entrever todas sus curvas...

Pensé en matarla, en apretar fuerte su cuello con mis brazos y dejarla ir al puto infierno, que es donde pertenece, o eso creí en ese momento...sin embargo, volví a tranquilizarme y me salió un "Eeey Caye..." que fue tan cínico que ni el tonto del pueblo se lo hubiese creído.

Noté la desesperación en sus ojos, y ella mi vodoo en todo su cuerpo, porque de mis ojos no salían más que agujas...suerte que tuvo de no poder entrar en mi mente...

Era la que faltaba, la única que no había sucumbido a los encantos del imbécil este...pero al final había caído, como todas...una tras otra cual fichas de dominó...no me lo podía creer, tampoco podía decir ni una sóla palabra...así que me levanté, cogí el ascensor, y me fuí...

Pero alguien me esperaba en la planta baja, todavía chorreando, y temblando tras esa finísima toalla... "Es mi hermano Petra, es mi hermano!Por favor, no se lo digas a nadie..." "No puede ser Caye...siéntate, tienes que explicármelo"


P.

lunes, 26 de octubre de 2009

De tripas corazón.

Cuando decidí salir por fin del baño y que me acuchillase la cara la niebla de la mañana no era para sentirme mejor. Para mí la noche del árbol no había sido ni un consuelo ni un descanso. Ya estaba un poco hasta los cojones de tener que escuchar y tragar, y la verdad es que las cosas últimamente no eran de color de rosa, así que cuando hace como un mes me volvieron a decir que tenía que sentarme debajo del puñetero arbolito otra vez se me revolvieron las tripas.

A lo mejor yo no era así, Petra podía decir lo primero que se le ocurriese, describía todo lo que le pasaba con pelos y señales, escatológico o no, y yo no era capaz ni de decir esta boca es mía. Me pasé toda aquella noche mirando como Vicens removía la tierra y arrancaba hierba del césped, y me clavaba en sus ojos perdidos. Estoy segura de que ni la mitad de nosotros estábamos donde teníamos que estar.

Caminaba mirándome los pies, no sentía las manos, y ni siquiera me importaba, prefería no sentir absolutamente nada. Si corría a casa de Vicens no era para que me ofreciesen algodones, una caricia y una sonrisa, para eso habría ido a ver a Caye, que sabía cómo quitarle hierro al asunto y hacer que te olvidases de todo por un momento. Sabía a dónde iba, sabía dónde me metía y sabía lo que me iba a decir. Podría ganar millones adivinando las reacciones de ese hombre. Necesitaba que me lo dijese alguien, necesitaba una hostia más grande que la que me había llevado esa mañana, y que me vaciasen por dentro y me tirasen el mundo a la cara de repente. Yo no era valiente, era atrevida, me atrevía a escupirle a la cara a cualquiera, pero luego no me faltaban ganas de salir corriendo. Quería que me golpease la realidad, pero no quería que me golpease sola contra una baldosa de baño.

Delante de su puerta no sabía qué era lo que sentía, vergüenza o miedo al rechazo. Cuando Vicens me abrió me encontré sentada en su sofá a Petra. No me importaba, sabía que ella tampoco iba a tener piedad, y quizá me viniese bien un dos contra uno.

- Thais, ¿qué pasa?, ¿qué haces aquí?

Creo que la cara de Petra no cambió cuando se lo dije a los dos, Vicens se volvió loco, sabía que pasaría, lo conocía, fui yo la que lo separó hace unas noches de un polaco delante del Oasis, yo me llevé una muñeca torcida, Vicens un brazo magullado, y el polaco una mandíbula rota. ‘Con él, ¡además de él!, ¿tú eres consciente de lo que va a pasar?, está jugando contigo, ¡lo hace con todas!’. Petra encendió un cigarro como si nada hubiese pasado, cruzó una pierna y echó todo el humo echando la cabeza hacia atrás

- ¿Vas a tenerlo o vas a abortar?

Yo no esperaba nada de él, de Gerardo no se podía esperar nada más que veneno. Ni siquiera recuerdo como pasó, solo recuerdo su cara en el bar, acercándose, y el humo, y el baño de hombres. Y a día de hoy no sé que sería peor, si lo que ya había pasado, o lo que iba a pasar.


T.

jueves, 22 de octubre de 2009

Las cosas claras y la sangre bien fría

Era tarde. Sí, estaba mal. Podía ser horroroso, despiadado, incoherente tal vez. No me había sentido más sucio en toda mi vida… Pero tenía que hacerlo por su bien. Solamente una única cosa me impulsaba. No había nada más importante para mí en ese momento: Ellas.

La integridad del grupo dependía de aquella cruda y fría elección; o al menos, era ésta la solución que rondaba mi cabeza. Sabía que esto supondría convertirme en el blanco de su odio, desaparecer del mapa, pero cesaría por fin el insoportable desgaste que todos sufríamos. A pesar de que pintase mal, todavía esperaba que Petra me entendiese, ella siempre lo hacía.
Ya estaba bien de problemas de faldas y braguetas. Tenía que callarlas a todas. Quizás no fuese la mejor de las formas, pero a veces, un hecho vale más que mil palabras.

Tenía el frasco en mi bolsillo. Tenía a mi objetivo en frente y la noche a mi favor. Lenguas viperinas había de sobra y el doble de ojos para contemplarme. Por suerte, me habían otorgado el don de agradar a la gente, permitiéndome intervenir airoso en cualquier conversación...

Ahí estaba Gerardo, el maldito titiritero que había hilado a toda la pandilla hasta el punto de volverlas unas en contra de las otras, hacerlas llorar sangre y maquillarse de falsedad…

Con lo que nosotros éramos… Ya verá…

No se daban cuenta de que para él eran un juego, simples muñecas que podía hinchar a su gusto, con una mera llamada. No era humano.

Me acerqué como siempre y comencé a hablarle de las chicas. Ése era en su verdadero talón de Aquiles. No me costaba nada falsear con él. Lo odio.
En un momento de descuido, procurando ser lo más sutil posible, saqué el frasco y lo vacié entero en su copa acocacolada. - Bien, nadie me había visto - Fingí un triste brindis discotequero y el muy imbécil se la tomó de golpe. Todo como esperaba.
Pronto noté un cambio de excesiva embriaguez y euforia en sus ojos. Él estaba como una moto, sus pantalones abultados lo delataban, se tiraría a cualquier piedra que supiera dirigirlo. Por suerte, yo sabía.
Y ahí, entre las miradas de medio Oasis y con mis niñas a punto de llegar, nos empezamos a besar como si no hubiese mañana. Gerardo no sería gay, pero aquella droga no entendía de tendencias sexuales, sólo de placer y vicio. Yo estaba ahí para dárselo.

Ojos desafiantes y acusadores se clavaban en nosotros mientras nos dirigíamos al baño. Allí continué con la tontería hasta que el sentido común me poseyó y mi umbral de repulsión fue sobrepasado. Tuve que apartarlo. La culpa y el remordimiento superaban en frialdad a mi sangre.

Pero el daño estaba hecho. Ese hijo de puta ya no podría más con nosotros. Las marionetas se rebelaron. Era historia, aunque yo también me viese arrastrado al foso del olvido...

El bien o el mal estaban hechos y mis cartas jugadas. Ahora estaba solo.

V.

martes, 6 de octubre de 2009

Despertares...

Miraba alrededor. Intentaba cruzar una sola mirada cómplice con aquellas que siempre habían estado dispuestas a devolverme una sonrisa; pero esta vez, no sabía si había sido el recién saboreado Jack o era ciertamente que habíamos chocado de bruces con la más cruda realidad, pero me costaban las sonrisas amigas…

Parecíamos los mismísimos caballeros de la tabla redonda. No vestíamos brillantes armaduras sino corazas oxidadas por el tiempo, por el silencio y la verdad. Eran pesadas, pero parecía que era menos dolorosa esa carga que dejarla atrás para sentir en nuestra propia piel la brisa de la más punzante de las realidad con la que nos hubiese gustado topar. La hierba era ahora nuestro asiento y un viejo árbol el que nos reunía.

Sin embargo ya me había aburrido de escuchar. (Para qué mentir ahora). En verdad no estaba dispuesto a escuchar más verdades, a dejar que echasen por tierra todo en lo que me había gustado creer. No quería ver cómo, de pronto, tirarnos mierda unos a otros parecía apasionarnos. No era el momento. Todavía recorrían mi ropa los desconsuelos de Petra, la pobre se había llevado una de las peores partes…
Así que por un rato decidí sumergirme en mis propias abstracciones. Lo hacía a menudo. Quizás prefería aparentar ausencia que leer la verdad en aquella mano sucia y demacrada por el tiempo. “Ya me lo explicarían”, era algo que mi papel de rubio insufrible me permite a veces como lujo.



Luz maldita y molesta. Hay días que es mejor no abrir los ojos. Ni siquiera pensar. No despertar. Hoy era uno de esos, uno de los días en los que las sábanas parecen la mejor de las acompañantes y tus sueños la mejor de las vidas. Soñar… ¿por qué no? ¿Quién se negaría a concedérmelo después de la serenata de ayer?

-¡¡¡¡Pipiiiii!!¡Viceeeenss! – como siempre, mi madre puede.

Un dolor sordo, agudo me quebraba el brazo. Ya lo había olvidado.

Las imágenes volvían a mí…

Mierda joder. Por mucho que lo intenté, el Jack no ha conseguido hacerme olvidar, sólo había hecho que por unas horas pareciese menos cierto. Ahora es igual de visible que ayer aunque todavía poco comprensible… Los recuerdos son como fotogramas sin orden. La cronología no era lo mío y mucho menos tras una noche tan densa como aquella.

Mi espejo mostraba una vez más verdades innegables. Una pequeña brecha adornaba graciosamente mi labio acubanado. -Genial, Ta podrá reírse aún más de mí.
Necesito ordenar mi cabeza, alguien que me trace la línea temporal de las turbiedades de ayer. Había sido una noche más que extraña, pero alguien sorprendentemente había decidido brindarse una noche de abstemia y alejarse de su fiel amigo nocturno por unas horas. Yo la había retado y sé que en realidad lo hizo por darme en la cabeza; le encanta. Bueno, perrería o no, debería ser la que viese las cosas más claras hoy, siempre desde su peculiar punto de vista, pero al menos las vería.

Los dedos ya se deslizan solos por las teclas del teléfono, es una rutina.

“!Hola! ¿Ha despertado…? … ¿Cómo que Caye no ha llegado todavía? Pero si son las cuatro… ¿Qué no da señal su teléfono?...Perdidos”


V.

martes, 29 de septiembre de 2009

Donde todo empieza...

Hay Un Lugar Lejano, Un Misterio… donde todos guardamos los recuerdos que queremos ocultar… Hay quien olvida ese lugar, hay quien regresa a él todos los días, de una manera casi obsesiva, y hay quien se empeña en vivir en él, sea o no sea real…

Mi lugar está justo bajo ese árbol.

No es que me crea una especie de Alicia, ni que si me asomo un poco me encontraré a un conejo con prisa, o a la reina de corazones. No, yo no soy ninguna Alicia, ni la pequeña Dorothy, ni Batman ni la madre que parió a todos los personajes de cuento.

Mi nombre es Petra, y por ahora es todo lo que necesitáis saber de mí.

Parezco imbécil, ni que esta fuera la primera vez que escribo un texto, pero he decidido que es una buena manera para comenzar a decir la verdad. Espero que no os decepcione mi versión de los hechos, sobretodo a ti, estés donde estés, si es que puedes leerlo…
No puedo hacer esto sola, así que contaré con la ayuda de las personas que lo han vivido exactamente igual que yo, minuto a minuto, hecho por hecho, situación por situación.

Comenzaré por el principio, que es como me han enseñado, aunque he de anticipar que no será fácil de explicar, pero todos, TODOS nosotros, tenemos la necesidad de entender qué fue lo que pasó, y sobretodo por qué a nosotros…

Lo dicho, vayamos donde todo empezó…

Los sábados solíamos salir a un pub de las afueras, el Oasis, y esta vez coincidió que estábamos todos. Hacía ya tiempo que no nos juntábamos; ya se sabe que con las pandillas grandes siempre hay alguno que tiene algo que hacer. Yo, por aquel tiempo, estaba muy enganchada a las drogas, y, a pesar de las advertencias de mis amigos, me encontré totalmente sumida en ese agujero negro…

Esa noche, como era de esperar en mí, me fui con el primer tío que me ofreció un poco de coca, y un pellizquito de amor en forma de sexo. Esta vez resultó ser un polaco (o algo así) que se había traído unas pastillas especiales de su país (“no en España, sólo Polonia y RRRRRRuuuuusia”), las cuales, me sometieron totalmente a él, volviéndome vulnerable.
Esa noche, ese hijo de puta me hizo cosas que ni siquiera soy capaz de describir, cosas que me han dejado secuelas mucho más allá de la imaginación de cualquiera de vosotros.
Salí tambaleándome de ese cuarto oscuro, sangrando, y sin saber muy bien a donde iba... y fui a parar una vez más a los brazos de Vicens.

Vicens era mi mejor amigo; bueno, en realidad era el mejor amigo de todas. Habíamos aprendido a aceptar las rarezas de su carácter, sus excentricidades, sus canciones a pleno pulmón… y él, a cambio, siempre estaba donde tenía que estar.
Siempre había pensado que tenía algo de brujo; con sus historias de echar las cartas, del oráculo de no sé donde y la luna en posición de no se qué…La verdad, nunca le había hecho mucho caso hasta esa noche.

Toda una pandilla reunida alrededor de un árbol, bajo la única luz de las estrellas; unida por el odio y la vergüenza, por la poca confianza en este mundo. Unida por lo que acababa de suceder, y unida por lo que sucedería más adelante…

P.