lunes, 7 de diciembre de 2009

Monosilabeando sentencias

Fotografías. Páginas de historia, recuerdos plasmados en unas cuantas hojas de papel, tinta derramada para sonreír… Momentos alegres, las fotos sólo reflejan aquellas cosas que queremos recordar. No hay fotos tristes ni iracundas… Ojalá pudiese ser como este álbum. Paso las páginas y no puedo evitar que una lágrima caiga por cada una… Habíamos perdido tanto… pero el objetivo no era recrearme en lo perdido sino quedarme con lo eterno, con lo que siempre llevaríamos con nosotros. Ahora estaba lejos: yo estaba lejos y lejos también estaban las sensaciones de las que me intentaba empapar con cada una de aquellas imágenes.



- Chicos, hay una explicación, tranquilizaros, lo de Caye tiene explicación. Ya os contará...

Era el preludio… Petra sólo quería dejar discusiones a parte en aquel momento que, al fin y al cabo no dejaba de ser especial. Las que llegaban más lejos ya estaban allí y yo no podía parar de buscar una buena respuesta para que los ojos de Thais me mirasen como siempre.

Cayetana rompió el hielo, era buena en eso, aunque no siempre oportuna…

- Bueno Mami! Que, ¿cómo ha ido con el chochólogo? – nunca tuvo tacto, a pesar de aquella apariencia señorial que siempre pretendía aparentar era bruta como ella sola.

Me crispaba aquella situación, todas trataban de normalizar la situación, aunque nunca nos habíamos visto tan lejos de los límites… Lidia agachaba la cabeza, la culpa podía olerse desde lejos. Pero no era sólo la suya, cada uno teníamos un buen puñadito escondido, encerrado en nuestros manos y detrás de la espalda, para que nadie viese lo grande que pudiera ser… No tenía duda, yo me llevaba el Óscar al mejor culpable.

A su lado, Leo miraba con ojos vidriosos, este tipo de situaciones siempre habían podido con ella; luchaba, sí, luchaba a muerte pero de la mano de una sensibilidad quizás extrema. Parecía compartir la culpa de Lidia, su mano siempre estaba tendida para todos aunque esta vez parecía también tener su parte propia… aún no se había pronunciado, y yo estaba seguro de que cuando lo hiciese nos dejaría con la boca abierta. Algo no cuadrada en aquella imagen.

La mirada de Serena era diferente, entre desafiante y comprensiva… parecía esconder un “te lo dije” mezclado con una profunda pena de ver a Thais en aquella situación.
Había también cierto alivio en cada par de ojos expectantes, pues al fin y al cabo podría ser cualquiera de ellas la que jugase el papel que Tha se había visto interpretando del día a la mañana.

Raquel parecía contenida. La conocía bien. Estaba deseando echarse a los brazos de Thais o que ésta se tirase a los suyos pero todo era demasiado tenso y desconocido para nosotros. Alejandra parecía más tranquila, tenía la capacidad de fuese cual fuese la situación aparentar normalidad; era capaz de mantener un temple indiferente hacia los demás, pero a nosotros ya no nos conseguía engañar. Aún así decidí fijarme en ella, esa falsa tranquilidad me empapaba, poco, pero calmaba algo aquella inquietud insoportable.

Cayetana sonreía orgullosa de su chiste y estaba esperando alguna carcajada de su público. Pero lo único que obtuvo fue silencio. Silencio horrible y asqueroso que taladraba nuestra conciencia. Aún así, no se rindió…

- ¿Tuviste suerte? ¿¿Era el ginecólogo mazizo?? Aún te dejarías hacer un apañico eh!! El otro día yo… - Se calló. Aceptó el percal y desistió como cómica.
- A ver Thais, ¿cómo fue? ¿Qué vas a hacer? Nos tienes preocupados… - Raquel decidió ser la que comenzase, pero no se daba cuenta de que estaba alimentando un fuego en el que todos arderíamos…
- ¡¿Que qué voy a hacer?! ¡¿Qué voy a hacer?! - Había comenzado - Pues eso mismo era lo que trataba que Vicens me dijese, ¿verdad?

Estaba en el punto de mira ahora… Nunca había deseado tanto desaparecer… Tierra trágame por favor…

- Eh… - genial, monosílabos.
- ¿Qué pasa aquí? – Petra había entrado en juego.
- Pasa que estoy de cuatro meses, eso es lo que pasa… Cuatro putos meses.
- Pero Gerardo no fue hace cuatro meses…
- ¡Premio Lidia! ¿Qué ya no te sientes tan culpable no? Brindo por ti, puedes irte si quieres ya – Lidia pasó del blanco al rojo en milésimas de segundo.
- No seas así Thais, lo tuyo no es ser víctima – Lidia estaría roja, pero no se callaba.
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué yo las busco? ¿Que me lo merezco…? Tardabais en decirlo…
- Nadie ha dicho eso, pero si quieres desahogarte hazlo – Petra siempre al grano – para eso estamos aquí, no para juzgarte.
- ¿Sabes lo que quiero? ¡Lo único que quiero es saber la verdad! ¡¡¡¿De quién es?!!! – la pregunta iba hacia mí, pero nadie se había dado cuenta…
- Pues si no lo sabes tú… - A Alejandra le salió del alma, ella se movía por impulsos.
- No, no lo sé. Ese es el problema, que no lo sé pero alguien sí lo sabe – ahora ya todas conocían los bandos de la partida.

Era mi turno…
- Eh… - monosílabos otra vez
- ¿Es lo único que sabes decir? De repente perdiste el habla. ¿Qué coño pasa contigo?

Las demás estaban más que perdidas. No era capaz de hablar. ¡Ayuda por favor! Los ojos comenzaron a inundarse… típico en mí, aunque alguien lo percató rápido y cambió sutilmente el tono de la conversación…

- A ver aquí estamos nueve, no estáis sólo dos. Empieza por el principio – Gracias Caye.
- Relajémonos, sentémonos y empecemos desde el comienzo – una serena Serena levanto la cabeza entre la muchedumbre.
- ¡¡No quiero relajarme!! ¡¡Quiero la verdad!!
- ¡¡¡Basta de gritos joder!!! Vamos a sentarnos de una puta vez – Leo levantaba la voz pocas veces, pero cuando lo hacía era determinante y el indicio de que algo gordo pasaba. Normalmente lo acompañaba de alguna lágrima.

Como por inercia y de mala gana caímos al suelo, aunque los nervios de Thais eran los mismos sentada que de pie.

-El principio es ese. Que estoy de cuatro meses, que no es de Gerardo y que este cerdo cabrón lleva mintiéndome cuatro meses - Miradas a mí otra vez – Nos acostamos con Joan y Eloy en la misma habitación.
- ¿Los músicos? ¿Pero no habíais ido sólo al ensayo? - Raquel se limitaba a flipar.
- Entonces… - Petra parecía encajar piezas, estaba construyendo el puzzle.
- ¿Es de Joan? Pero si se fueron de la ciudad… - Alejandra metía sin querer el dedo en la yaga…
- ¿Es de Joan? Eso quiero saber yo… Y este cabrón no habla… ¡¡¡Vicens!!!
- Calma Thais por favor… así no llegamos a ningún sitio, son momentos delicados – Leo intentaba apaciguar a la leona.
-Delicados par quien, ¿Para quién? Eres acaso tú la que está embarazada… ¿eres acaso tú, Vicens, el que carga con ésto? – Silencio. Los ojos de todas se abrían a la vez hasta el punto de casi desorbitarse… - Vicens, ¿es tuyo este niño?

Era mi turno, mejor ocasión nunca.

-No, no es mío Thais – expiraciones de alivio era lo único que podías oír.
-¡¡Entonces por qué tanto misterio joder!! Claro, entiendo. La puta culpa otra vez ¿no? ¿O es porque es de tu querido Eloy y me odias?
- No Thais, no es de Eloy y no te odio…
-Sí me odias… Eres un cerdo egoísta, ¡Tenías que haberme dicho esto antes!
Todas asentían, tenían razón.
- Bueno dejémonos de lamentaciones, pasó pasó – Cayetana era práctica.
- Claro muy fácil decirlo… Es toda tu culpa…
- Basta Thais – Raquel quería suavizar.
- NO, no basta por sus niñerías estoy embarazada. Sólo piensa en él, no quería admitir que de nuevo lo dejaron tirado, como siempre, no hay tío que le dure y lo paga así…
- Mira si no dije nada era precisamente para que TÚ no te sintieses así. Sino deja de beber y vigila con quien te acuestas y te dejas de acostar, así no tendrías dudas de quien es el padre – No sé por qué dije lo que dije, supongo que para tratar de desculpabilizarme, victimizar ese personaje que estaba creando…
- Tienes la cara de insultarme… Flipo contigo tío…Y tú que, que no ibas conmigo ¿eh?
- ¡¡¡Bueno callaros ya!!! – Petra tomó el mando en la discusión – Vamos a hablar tranquilamente. Ya tenemos padre. Pues ahora olvidémoslo. El niño es nuestro. Y punto…

Aquella sesión había sido traumática de más. Horas y horas de interminable discusión. Llegamos a un único pacto: Contaríamos diez antes de hablar. Nos fuimos relajando y llegamos a la conclusión de que nos queríamos. Quien no se consuela es porque no quiere. Intentamos repartirnos la carga… Pero al parecer no era el mío el único secreto que iba a destaparse… todos teníamos lo nuestro. Nos sorprendimos de nosotros mismos, ¿cómo tanto en tan poco tiempo? ¿cómo habíamos pasado de contarnos cada segundo de nuestra existencia a contar verdades a medias…a callarnos?



Las ruedas de aquel autobús eran la pura cobardía, el egoísmo más transparente, el miedo descontrolado y la vergüenza. Pero el autobús no era ninguna metáfora. Quizás sólo quería sentirme querido, llamar su atención, tenerlas preocupadas y sentir que me querían. Pero a pesar de esconder tantas sombras aquello me vendría bien. Tenía que encuadrar todo, sentir real la situación y aceptar que aquello no era una película de Almodovar. Que la verdad dolía y mucho más las mentiras. Cada kilómetro lejos era una puñalada más a mi persona, pero si no lo hacía la distancia sería aquella situación lo que acabaría conmigo, así que me decanté porque no me viesen morir en vida. Elegí el camino fácil. Me fui. ¿Por cuánto? No lo sé.

Lo único que sabía era que lo necesitaba. Fue así como llegué a encontrarme tirado en aquel sofá extraño, en aquel apartamento alquilado, enclaustrado en aquella “cité” desconocida con un álbum lleno de buenos recuerdos y un puñado de recuerdos totalmente opuestos que no dejaban de rondar mi cabeza. París no me juzgaba. Y eso era lo que buscaba. Cada hoja que pasaba me pesaba más. Salir por aquellas calles me hacía sentir nuevo, ligero, podría incluso salir volando junto a la brisa de aquella ciudad. Nada desearía tanto. Inevitablemente, cuando me volvía a sentar en el maldito sofá todo el peso del mundo me aplastaba, aunque ver que un día fuimos felices conseguía que encontrase algo de sentido a aquella triste existencia. Pero al desviar la vista de las fotos el peso de la mentira caía sobre mí de nuevo…

“ - Vicens, ¿es tuyo este niño?
-No, no es mío Thais. “

V.

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