lunes, 6 de mayo de 2013

El caos que precede la duda.




Desde qué recibí el SMS vivía aterrada, ese día todo cambió para mí. Dejé de preocuparme por banalidades como si sentía algo por Vicens y me dediqué, en cuerpo y alma, a protegerlo. 
Siempre he alardeado de poseer una amplia agenda de contactos, sobretodo en lo que a drogas se refiere, pero esta vez necesitaba un tipo de ayuda diferente... Me sentía perdida, no podía hablar con ningún adulto de esto, las cosas eran muy complicadas, incomprensibles para una mente que había dejado de ser juvenil; así que después de rebanarme los sesos durante semanas caí en la cuenta... Jesús.
Nunca nos habíamos visto, nuestra relación existía sólo en internet y era mi pequeño secreto, del que no quería hacer partícipe a nadie. Jesús era algo mío. 
Adoraba hablar con él, porque a su lado podía ser quien yo quería ser, una niña normal, tímida y dulce, que habla de cine y música y que estudia una carrera, sin más. Si él conociese el mundo en el que me muevo, si él supiese lo oscura que puedo llegar a ser...se iría, estoy segura, y eso no podía permitírmelo, él era lo único que me ataba a la vida, lo único humano, y no sintético, que me hacía feliz. 
Pero esto ahora no importaba, lo necesitaba para algo superior. Él era un hacha de los ordenadores, bueno, de la tecnología en general y necesitaba su ayuda.

*click*

P: Estás ahí cookie? Necesito tu ayuda.
J: Dime paxariño.

Le conté medias verdades. Habían pegado a un amigo mío un grupo de homofobos y quería denunciarlos, pero sólo tenía un número codificado para llegar hasta a ellos. Obvié sus: estás segura nena? Puede ser peligroso... Y con mimo lo convencí de que me recuperara el número.

Tardó dos días. Dos días que intercalé con llamadas a Miguel, que seguía desparecido, y visitas a Thais, en proceso de recuperación. De Vicens ni mu.

Cuando me Jesús me dio el número salí corriendo a por el teléfono sin llegar a leer sus advertencias.

- un tono, dos tonos...

-Si? 

Me quedé helada, no tenía sentido, Jesús no lo conoce, no podía estar gastándome una broma...seguí en silencio y él siguió hablando...

-Leo? Eres tú? Joder contesta! Te dije que este número era sólo para emergencias! Leo?

Colgué y llamé a Jesús. Aunque tenía su número nunca me había atrevido a llamarlo. Me respondió al momento echándome la bronca, no me dio ni un segundo de tregua.
- Te lo dije, te dije que podía ser peligroso, que esas personas no son buena gente, mira lo que le hicieron a tu amigo Vicens, es que a veces no piensas Pet, joder estaba muy preocupado por tí, pero cuéntame, dime algo!

- E...era él -balbuceé-.

- ¿Él? Qué él? El Gerardo ese que se lió con tus amigas del que sospechabas? Quién pequeña?

- No... 

Volví a quedarme en blanco con Jesús al teléfono clamando mi nombre, porque justo la persona con la que había conversado hacía unos momentos entraba ahora por la puerta de mi habitación. No entendía nada, ¿cómo podía ser? No tenía sentido... Esta vez sí iba a callarme cosas, tenía que descubrir la verdad por mi cuenta, ya estaba bien de que me mareasen y me creyese todas sus mentiras, como lo de Caye. Lo tenía frente a mí e hice un esfuerzo inusual para sacar toda la falsedad y la teatralidad que había en mí.

- Hola Vicens... Un piti?


P.

sábado, 11 de febrero de 2012

Por fin nosotros.

No dejaba de mirarlo...todavía quedaban restos de la tremenda paliza en su cara.

Os contaré qué pasó esa noche.

Me separé de Raquel como pude, y muerta de risa le solté con desdén un...No lo haces mal, Kelly, no entiendo cómo nunca has tenido un novio serio...ayyyy zorrona.

La dejé con la cara desencajada y los ojos llorosos, pero en ese momento no quería hacer más preguntas.

Me mezclé con el resto y acto seguido reparé en dos cosas...Miguel no estaba, y, lo que era más importante, Vicens tampoco. Habría ido hasta el río como hacía siempre, borracho perdido, a pensar en sabe Dios qué, pero decidí salir a buscarle, tenía un pedazo cotilleo que contarle, no podía esperar más.

Y allí estaba, tumbado cerca de la puerta, con la cara destrozada...pensé: venga ya! ¿Otra vez me toca rescatarte? sí, es egoista, lo sé, pero dos veces en un mismo día...demasiado para mí.

-¿Qué coño ha pasado? ¿Quién te ha hecho esto?

Me giré y lo vi,debió de acojonarle mi mirada porque acto seguido echó a correr...ahora lo importante es Vicens, ya te pillaré tremendo hijo de puta.

Le levanté la cara y sonrió, después rió a carcajadas. ¿Qué te pasa? ¿Estás loco? Casi te matan.

Y entonces...me besó. Sí, Vicens, mi amigo "el que no tenía peligro" me besó como no me había besado nadie...Vio mi claro desconcierto se levantó y tomó la iniciativa...me agarró del brazo y me llevó al callejón de la siguiente manzana...no dejaba de pensar que estaba loco pero he de reconocer que yo, me volví loca también...Me sentí dominada pero a gusto...la conexión sexual era perfecta...habíamos tenido tantas charlas sobre sexo que sabíamos perfectamente lo que queríamos el uno del otro...

Al cabo de un tiempo terminó, me sonrió, me abrazó y susurró: Gracias Pet, gracias!! y con la cara todavía en carne viva se fue pegando saltitos y tarareando una de Wicked.

No os penséis que os voy a contar otra historia de embarazos no deseados ni nada tan escabroso...usamos protección, y en ese momento éramos plenamente conscientes...eso es lo maravilloso a la par que extraño.

Mentiría si dijera que nunca me había pasado algo parecido, acababa de comerme la boca con mi amiga Raquel sin sentir nada por ella, y una vez por semana, todos los martes, me acostaba con mi mejor amigo, Patrick, simplemente era divertido y funcionaba...pero Vicens? joder que Vicens es mi amigo gay! y acababa de echarme el polvo de mi vida!!

Al día siguiente, se lo conté todo a Patrick, pero todo todo y decidió que como el día 9 era el cumple de Vicens debíamos hacerle una fiesta en su casa...

Y así fue, fue todo genial, como antes, canciones borrachera y juegos estúpidos para beber...volvimos a tener 15 años y Vicens estaba espléndido, hacía tiempo que no lo veía tan feliz...

Fueron bajando las luces y la gente fue desertando hasta que quedamos mi amigo Patrick, Vicens, Selena, Cayetana, otro amigo y yo...entonces se me ocurrió, quería comprobar si volvía a sentir algo con un beso de Vicens...me tiré de la moto y dije: -Jugamos a la botella?

-Venga yaaa Petra, ni que tuviésemos 15 años...Pero aceptaron, todos, sin excepción.

Se fueron sucediendo los besos y llego el momento...Vicens, Petra, os toca.

Vicens no dejaba de comentar que besar a sus amigos era como hacerlo con ángeles, porque no les atraíamos para nada, ni siquiera se había empalmado con los besos de Patrick y Jaime, que es como se llamaba el otro chico... y llego el momento, nos besamos como si no hubiese mañana...notaba su excitación por cada poro de su piel y a los 30 segundos comencé a notar en nuestro abrazo algo más entre Vicens y yo... teminamos, aplaudieron y sonreí, no había sentido nada...el otro día debió de ser el drama del momento, rollo superheroína recogiéndolo del suelo...pero...¿y él? ¿qué coño significaba todo eso?.

Salí fuera a respirar, a pensar...y de repente sonó mi móvil...un sms de un desconocido:

"Has aparecido justo cuando no debías, bonito espectáculo el del callejón, dile a tu novio que no podrá evitarnos siempre, que se atenga a las consecuencias".

Feliz cumpleaños Vicens...Feliz...Cumpleaños.


P.

lunes, 2 de mayo de 2011

Mejor no mires dos veces

Había visto mil cosas. Había sentido el aire en mis espinillas desde la cornisa de un edificio y olido el vértigo de la caída. Incluso había creído sentir nauseas de embarazo… Pero aquello fue demasiado para mi estómago, y te hablo de un estómago maltratado que probablemente esté ya ulcerado a los veintitantos por todo lo que coció dentro. Aquello no fue efecto de la coca, ni la coca lo hacía más gracioso ni lo categorizaba con el estátus de “estar en la llama”. Se podía decir que mi propio estatus era “out of line”. Ya no sabía por dónde andaba, tenía tanto en la cabeza que nada era capaz de vislumbrarse por sí solo, todo era un conjunto de malos cabos enredados.

Y las cosas cambian. Van y vienes. Vas y vienen.

En mi caso llegó Petra, aunque he de confesar, que no sé si hubiese tenido huevos suficientes para tirarme. Yo era de otros vuelos, vuelos que me prometió Petra en forma de horas malgasgastadas de felicidad fingida y falsa seguridad.

Aquella noche hubiese sido otra más si el destino me hubiese premiado con otra de mis míticas resacas sin nada más que una laguna por recuerdo. Buah, aquellas sí eran noches, de hecho podría contabilizar más lagunas que recuerdos tengo. Triste pero cierto.

En un último esfuerzo por normalizar las cosas Petra hechó mano de lo que buenamente pudo: contacto directo con su infancia para llenar una noche de color blanco y olvidarnos de que alguna vez habíamos sido alguien. Martín nunca fallaba.

El plan olía a leguas a desesperación e intento frustrado por recuperar nuestra esencia -si alguna vez habíamos tenido alguna- aunque lo triste era que pensáramos que lo único que nos pudo unir fueron un par de gramos de mierda blanca; pese a que, para ser honestos, la droga había estado presente en todos nuestros mejores y peores momentos. ¿Por qué no invitarla entonces? Era una más, la habíamos personificado: Droga presidiría la fiesta.

Cuando digo que olía a desesperación me quedo corto, voy a decir que incluso sabía a desesperación propia, pues cada raya, cada bomba la tomábamos con más y más ansia. No había vuelta atrás. Sentíamos cada granito de aquel mal polvo e incluso de los que aún nos quedaban por meter. Era lo más próximo que estuvimos a comer por los ojos.

He de confesar que el hecho de que Thais no viniese me aliviabaun poco, al menos no tendría que enfrentarme a ella esa noche y, aunque me preocupaba infinitamente, lo más cerca que había estado de ella había sido desde la puerta de su habitación antes de intentar hacerme el héroe saltando al vacío. Le debía a Petra estar ahí, pero bueno, era la mierda nuestra de cada día. Hoy por ti, mañana por mí… aunque últimamente era más “Hoy por mí, mañana por mí también”.

Joder, aquella fiesta seguía apestando a desesperación; sobre todo cuando vi entrando por la puerta a Miguel. “Petra tía, como te canteas”, debía gustarle mucho el chaval para tomarse tantas molestias, si no se lo hubiese tirado y punto.
Por el momento, aquella noche yo había decidido consagrarme a la música. Ni siquiera escuchaba, solamente bailaba, y no lo que pinchaba Miguel, yo bailaba lo que creía oír. Para mí, yo si que estaba en la llama y de ahí, al cielo. Me apetecía hablar con estas lo mismo que me tragarme mi propio vómito, pasaba totalmente de oír retaílas de falsas lecciones morales tan hipócritas como sus propios disfraces a juego con su caretas de “que guay, que feliz soy”. ¿Feliz? ¡Una mierda feliz! Ya no debería ni permítirsenos usar esa palabra. Para alcanzar un mínimo de felicidad necesitábamos estar puestos las 24 horas y, aunque la mitad del tiempo lo pudiesemos conseguir, la otra parte que se nos escapaba dolía como cien vidas de sufrimiento.

Y es que esta vida requiere otra, u otras dos o tres más, pues la siguiente la pasaríamos integramente limpiándonos de todo lo que nos habíamos metido. Allí estaba Ale y Selena con sus míticas discusiones de nada… fumar, no fumar… ¿Qué coño importaba el jodido humo cuando tomábamos la madre de los corderos? Y en medio Lidia como si no estuviese, haciendo que escuchaba mientras pensaba en sabe dios qué tipo de perversiones no humanas. Cómo había cambiado la cabrona, ahora no era más que la sombra de sí misma, en realidad como todos nosotros, solo que ella era la sombra del grupo entero, siempre atrás, sin mediar palabra como si su carga la eximiese del contacto humano. Ni que fuesemos peor que ella, ¡si todos estábamos hechos de la misma calaña! En fin… nunca las entenderé, y aquella noche tampoco me interesaba mucho, yo lo daba todo solo por la farándula.

Caye llegó tarde, demasiado para ser una fiesta y tratarse de ella, ya estábamos todos hasta las trancas. Yo ya solo veía notas musicales a mi alrededor. En mi pentagrama yo era más feliz que nada.. ¿¿Pero en qué momento había regresado Caye de Helsinki?? Era raro que no me hubiese llamado al llegar… Y aún así la muy perra no me hizo ni caso, quizá para disimular, pues como nos juntásemos tendríamos que hablar sí o sí de lo que yo prefería secreto, y había muchos oídos; de todos modos, parecia interesarse por otra polla más gorda: Martín. Y no fueron muchas horas después cuando nos otorgaron el honor de presenciar una auténtica escena pornofestiva en aquel sofá lleno de mugre. Tanto me resbalaba todo, que acabé por resbalar yo mismo por las cinco líneas de la noche y acabé estrepitosamente cayendo de la partitura. Perdí la batuta, sólo quería vomitar por completo las melodías que había tomado. Literalmente. Así que me fui directo a mi segundo personaje nocturno favorito, compañero infalible de cánticos en soledad y sueños con los pantalones bajados: mi querido Baño. Pero esta vez no llegué ni siquiera a pisarlo. Vi lo que se cocía desde el pasillo. Y cuando digo cocía no es por constumbre: hoy la cosa iba de bollos. Raquel y Petra. - Sí, y digo yo Petriña, que técnica más buena esta de traerte al chico que te gusta para desaparecer y comerte la boca con una tía. O quizás el otro era algún tipo de esos de Petra que sentía morbo por lo imposible y le encantaba que le pusiesen cachondo aunque no fuese a tocar nada. La verdad, no lo creo, el pobriño Miguel parecía de lo más normal, no sé que hace entre nosotros... Hoy era nuestro Yang, pobriño meu. No sabe dónde se mete. Sí señor Petra, esa noche tocaste el techo. Bravo.

Y me fui el primero. No sin antes, ante tal despliegue pirotécnico, dibujar en el suelo el resumen de la noche con lo primero que me salió de la boca. Vaya asco.

Necesitaba aire fresco. Me sente en el primer banco que vi, lejos del local, pero lo suficientemente cerca como para ver si alguna salía. Y en efecto así fue. Los primeros fueron Caye y Martín. Madre, parecía que para ellos el mundo acababa esa noche. Allí mismo se pusieron sin pudor alguno a hacer lo inimaginable. Si fuese hetero por lo menos podría disfrutar del espectáculo, pero nada, ni en eso había suerte. Desenfrenados, Miguel la empotró contra la pared y la levantó a pulso. Él, a penas los pantalones un poco bajados y Caye con la falda levantada se le veía el alma. Espera eso no era el alma. ¡¡Ostias!! ¿¿Tatuaje?? Seré gilipollas… La cabrona era lista… Llegaba tarde, estábamos todos puestos, ni me viene a saludar… ¿Quién se iba a dar cuenta con todo lo que se parecían? La hermanita además del parecido físico, tira en pécora a la mayor… ¿¿Sienna, qué tramas??

El espectáculo era grotesco, pero tenía curiosidad por saber qué hacía Sienna en la fiesta, por qué se hizo pasar por Caye y dónde estaría la pelandrusca.

Acabaron escandalosamente en una postura un tanto estraña. Se separaron y… ¿¿¿??? Sienna le concede una patada en los mismísimos, le coge algo de la chaqueta y se va corriendo como alma que lleva el demonio, dejando a Martín de rodillas en la acera. Esto sí es un mal polvo. Bonita despedida. Sienna nunca defrauda.

Intenté levantarme y seguirla, pero tropecé y cai de morros.. Me fui a levantar. Vi unos pies a mi lado, unos zapatos negros demasiado limpios. Antes de mirar arriba una patada en la boca me tiró de nuevo para ver mi móvil vibrando en el suelo. Leo estaba llamando, con todo el tema de Thais me había olvidado de ella. Soy lo peor. Intenté coger el teléfono pero fue rápido y me piso la mano. Nunca había sentido de un modo tan profundo el suelo. Intenté ver su cara por segunda vez, defenderme y gritar algo pero solo salía sangre de mi boca. Los zapatos siguieron regalandome golpes hasta que lo único que sentí ya era el sabor a herrumbre de la sangre y cai rendido.

V.

domingo, 24 de abril de 2011

Demasiado para mí...

Siempre he sido el puto hombro en el que todos se apoyaban; pero lo de ver a Vicens ahí subido realmente me superó...

A veces las cosas más absurdas se convierten en grandes soluciones, así que no se me ocurrió otra cosa que subirme ahí arriba con él y ponerme prácticamente a sollozar la canción de Defying gravity... entonces él me miró y sonrió diciendo: -no sería genial poder volar?

-Tranquilo, (dije volviendo en mí)esta noche te haré volar.

Edgar estaba desaparecido en combate..el muy hijo de puta, a saber que era lo que nos había pasado ese día para que Thais se pusiese así...Tuve que tirar de agenda y recordé a un colega del pueblo que ahora estaba por aquí. Se llamaba Martín, y éramos amigos desde pequeñitos...fumamos nuestro primer porro juntos, en la playa, lo recuerdo perfectamente, pero ahora habíamos tomado dos caminos muy diferentes: yo a consumir y él a conventirse en el mayor traficante de coca (de la buena) en toda Galicia.

Una llamada y conseguí reservar un garaje en pleno centro para hacer una fiesta, otra llamada y tenía a Martín en casa con un par de cervezas y una graaaan cantidad de coca.

Avisé a todos de la fiesta, pero Leo no aparecía, Thais todavía no estaba para jolgorios y Joan y Eloy pasaron olímpicamente de nuestro culo (y yo paso del vuestro también, conste). Así que finalmente fuimos a la fiesta Vicens, Ale, Caye, Raquel, Lidia, Selena, Martín, Miguel y yo.

Miguel, sí, aquel camarero tan mono...de aquellas no me lo había tirado, y esa parecía la noche perfecta...

Os podéis imaginar como transcurrió el principio de la noche...alcohol, drogas y música de la buena (no de la que le gusta a Raquel). Pero no satisfechos con sentirnos bien, o simplemente no tan mal, las cosas empezaron a enredarse...

Martín y Caye se pusieron a follar ahí mismo, delante de todos, en un sofá roñoso que nos habíamos traído de al lado de un contenedor, Vicens, en su línea bailaba como un loco alternando el baile con momentos de dormirse en pie, Lidi, Selena y Ale se enzarzaron en una discusión sobre lo que era o no era ser un moderno, Miguel estaba controlando la música, flipando un poco con todos ya que era de ahí el único que no se drogaba...

Echad cuentas, ¿quién falta?, no sé exáctamente como ocurrió pero Raquel y yo terminamos en el baño comiéndonos la boca como si no hubiese un final...en cuanto Miguel se dió cuenta de por donde iban los tiros esa noche, simplemnte desapareció.

Nunca me había sentido atraída por una mujer, de hecho estaba convencida de que tampoco me atraía Raquel; pero en ese momento la coca hablaba por mí.

Ahora bien, no tenía puta idea de las consecuencias que traería ese refriegue en el baño, yo no había sentido nada, sólo me divertía pero...¿y Raquel?


P.

lunes, 16 de agosto de 2010

Y dentro, gusanos

Era un desastre. Diría “un puto desastre”, pero eso me recordaba demasiado a mi padre.

La vida cambia y deja de ser ese juego de mesa absurdo cuyo mayor problema y expectación eran esperar que el próximo número del dado me permitiese llegar lejos o simplemente continuar sin pena ni gloria. Ya no había dado o al menos yo no lo tenía. No había meta, ni seguros ni casa que valiese. Todo a mi alrededor era ahora una gran casilla en blanco sin número y sin expectativa de victoria. Un peldaño flotante en la nada. Una nube sin dirección, sin razón de ser y sin previsión meteorológica. No había cielos, ni infiernos. Todo era lo mismo. Mirase lo que mirase no aparecía nada nuevo. Todo era decrépito, maloliente, nauseabundo, repugnante, inmundo y repulsivo. En otro momento hubiese soltado algún tipo de ingenio más allá de calificarlo de fuerte, heavy o cualquier otra chorrada. Esas categorías ya no me valían. Mi escala de valores estaba perdida en el cajón de algún sastre, la cumbre de la jerarquía no ascendía más allá de la mierda que veía. Olor a mugre. Olor a muerte. Pestilencia. Asco. Grima. Aspereza. Dolor. Corazón. Alma. Putrefacción. Muerte.

Todo muy escatológico, pero la vida alcanza este matiz cuando las sutilezas terminan y estás hundido en la más profunda y mugrienta fosa inimaginable.

En algún lugar tenía un hijo. Un hijo muerto. Un no-hijo. Lo que fuera que fuese o lo que fuera que dejó de ser era mi sangre. Nuestra sangre. Por mi parte, veneno. Nada bueno pudo haber salido nunca de esta escoria. Un algo mío me esperaría en algún lugar sin conocerme. En algún limbo que ni siquiera sabía si existía y que tampoco sabía si estaría hecho para mí, si alguien no me permitiría llegar o si los individuos de mi calaña tenían previsto algún tipo de infernal eternidad. Me esperaría después de la muerte, con unos ojos que nunca llegaron a abrirse y una boca a la que nunca se le permitió hablar, nadie le habría enseñado nunca nada. Sólo sabría esperar. Y tendría que aprenderlo por sí mismo. Esperar nada. No existir. Ser la incoherencia máxima. La nada. Esperar.

Pero yo ya estaba muerto. Al menos, vida no sentía. Me pregunto cómo me sentiría o, si ya estaba muerto, cómo me pude sentir a las puertas de mi último segundo. No lo recordaba. Pero vivo no estaba. No creo que hubiese diferencia entre estar muerto y estar como estaba en aquel momento.

Muerte en vida. Inerte por dentro. Colecciones químicas circulantes que no eran nada más que enlaces entre elementos que me hacían más incongruente. No conseguían formar vida. No sé cómo la gente que pasaba a mi lado no podía sentirlo. Me mataba esta podredumbre y los demás no podían ni olerlo. Apestaba a muerte. Era el olor de la exhumación. Insoportable. Pero incomprensiblemente inapreciable para el resto, lo cual lo hacía más insufrible.

Me gustaría ser capaz de bromear. Pero los chistes no eran más que muerte. Intentaba pensar qué diría el Vicens vivo. Recordaba como en otra época, era o lo que fuese en que se contabilizase el tiempo llegados a este punto de inconexión – eso si, lejos, muy lejos, tan lejos que superaba al recuerdo y se convertía en historia, en leyenda…en mito…- recordaba cómo hubiese pretendido confundir ese olor con el de los pies de Thais o el aliento de Petra sólo para molestarlas, reírnos de nuestra tontura y tener nuestro break… pero quedaba todo tan atrás… Yo fui mi propio mito. Mi propio héroe. Ahora era nada. Era muerte, o casi muerte porque la vida o lo que fuera que estuviese dentro de los que me rodeaban impedía que me sintiese muerto por completo. Tanto ruido despertaba el leve sonido de lo que un día latió dentro de mí.

Y todo este monólogo interno que se escaba al propio tiempo y que se pensaba sólo en lo que me quedaba de cerebro fue un microsegundo que me acompañó mientras Alejandra abría la puerta de la habitación. No sé cómo la muerte esperó hasta sentirse olida ante aquella puerta. ¿A qué había venido? ¿Por qué no sentía que me descomponía en vida antes? No hubiera venido… Mi propio cuerpo retrasó su muerte para fustigarme, verme allí y que todos me vieran hecho mierda y para criar malvas.

La dejé pasar. Me quedé fuera. Estaba demasiado moribundo o muerto como para entrar en ese cuarto y no vomitar literalmente las palabras. Cerré la puerta detrás de Alejandra. Pero yo quedé fuera. Empecé a correr. La poca vida o lo que quiera que me quedase la tenía que aprovechar para sentir el dolor máximo posible. Era lo justo. El karma. El ciclo. No tengo ni idea de qué coño era. Tenía que hacerlo antes de que dejase de sentir dolor físico por completo y fuese una caricatura de mí mismo.

Aquella altura me valía. Por mucho que no sintiese ya, por mucho que mi propia peste me hiciese ver que no tenía vida, por mucho que quisiese pensar que ya no había dolor todo era otra de mis pantomimas para no enfrentarme a nada. Tenía que sufrir como sufrió aquella criatura que sin cumpla, pena, causa ni razón dejó de existir sin lograr ni siquiera la mera existencia.

Sólo un paso.

Sólo un paso y ya estaba. Cerraríamos el telón. Y cual fuera la segunda parte la acataría desde mi inmundicia no humana. Sangre a la sangre.

Una calidez que triplicaba la de los restos de mi humanidad me invadió fuerte el hombro. Se extendió por mis cenizas. Me llamaba. Buscaba entre la basura. Algo volvió a despertar en mí.

Giré la cabeza.

Petra.

Justo a tiempo.

¿Resurrección? Demasiado poco virginal y creyente para eso.

¿Vida?

¿Suerte?

V.

sábado, 24 de julio de 2010

Sinápsis accidental ante la 206

Allí estaba. La puerta de la 206. Parecía un muro. Era un muro. Me temblaba hasta el alma. Alguien llegaba corriendo. Alejandra.

-A ti sí que no te esperaba. Bueno sí, te esperaba, pero no tan pronto. ¿Se puede saber dónde coño te habías metido? Pero tú te crees que puedes marcharte ahora. Eres un cabrón… A ver qué tanto tenías que hacer… ¿Dónde estuviste? Nosotras aquí con todo el drama y ahora llegas… ¿Crees que te vas a ir de rositas? Vamos hombre… A ti quería verte yo… bueno a ti y a Cayetana que cuando la coja me va a oír. Así solucionáis vosotros… -dejé de oírla. Alejandra no habla habitualmente de nada importante. Pero cuando dos de sus neuronas conectan, lo hacen durante un buen rato. Tenía toda la razón del mundo, pero hablaba de nada, hablaba sin saber - …porque aquí lo estuvimos pasando muy mal. Y vosotros a la buena vida. Y ahora tampoco sabemos nada de Leo. Si es que cuando vienen…vienen todos juntos. Y… - Hostias, Leo… con lo de Thais y el niño se me había olvidado por completo. Joder, iba a cagarla con ella también. Bueno, a las malas aún podré hacer algo, había tenido suerte y había pillado el avión ese mismo día. Leo no andaría muy lejos – Llantos y más llantos… Eso es lo que vivimos aquí. Es nuestro pan de cada día. Y el imbécil de Gerardo paseándose. Y los músicos estos de arriba para abajo, creyéndose alguien…¡Si sólo nos conocen de dos días! – ¿Gerardo? ¿Joan y Eloy?... Los que faltaban… Bueno Alejandra estaría dándome la brasa de mi vida, pero como noticiero no tenía precio – Sabes Vicens, ya es hora de bajar de las nubes, vives en los mundos de yuppie o qué sé yo… Aterriza. La vida está aquí abajo. La gente que te quiere es de carne y hueso y la tienes que mantener con hechos y verdades… no somos aire ni nos bastan tus fantasías. Thaís acaba perder al niño, para bien o para mal, pero esto no es ninguna broma. Thaís casi se mata por una puta sobredosis, que todavía no sé qué se le estaría pasando por la cabeza a ella y al imbécil de Edgar, que tampoco aparece. No es ningún cuento al que puedas inventarle de repente un final feliz lleno de hadas y príncipes – La abracé y rompí a llorar – Ahora lloras… llora anda llora… es lo único que hacemos últimamente…

- Era mío Alex. El niño era mío.

Silencio.

- Joder… Si no ganamos para disgustos… Pero Thais…

- Thais no lo sabe. Sólo lo sabe Caye. Y así seguirá siendo.

- Vicens, estas cosas… Más que nadie deberías saber que la mierda siempre acaba saliendo.

- No si no dices nada. Nadie tiene por qué enterarse. Por favor Alejandra. Te lo ruego.

- ¿Por eso te fuiste?

- Por eso y por todo… no puedo más. Thais, el embarazo, Gerardo jodiéndonos, hombres que desaparecen, la mierda del árbol persiguiéndonos… Esto no es vida. ¿Cómo hemos podido acabar así? ¿Por qué se nos fue tanto de las manos aquella noche? Desde entonces nada es igual y todo va de mal en peor. A penas puedo dormir por las noc…

- ¿Y crees qué yo sí? Esto es por tener siempre que dar la nota. No podemos callarnos nunca. Tenemos que saber y verlo todo. Así nos fue. Así nos va. Así acabamos como acabamos aquella noche. Y así acabaremos como no sepamos poner punto y final ya a esta mierda. Lo peor es que nadie habla. Todos nos hacemos los locos, miramos para otro lado, ocultamos cosas. Los problemas crecen y crecen y todavía no tenemos claro qué pasó en realidad porque nadie se ha atrevido a hablar. De nada sirve saber quién tiró la primera piedra. Pero las cosas no cuadran. Cada sigue con su cuento. Y no, no Vicens, las cosas no coinciden. Y el problema sigue allí, bajo el árbol maldito. Nos perseguirá siempre a menos que tengamos los cojones de abrir la boca para echar algo distinto del veneno que llevamos escupiendo desde entonces.
No supe qué decir. Hacía tiempo que no oía tantas verdades juntas. Alejandra cuando se ponía, no había quien la ganase. Menos mal que no lo hacía a menudo. Se calló, me miró y, como si la neurona que se le había encendido al verme se hubiera agotado, sonrió.

- Bueno qué, ¿entramos?

V.

jueves, 14 de enero de 2010

Destino a cuentagotas

No podía parar de darle vueltas y más vueltas a la cabeza. Bueno, al fin y al cabo estaba ahí para eso. Mi único objetivo era aclararme, organizarme. Yo mismo era como un problema de matemáticas por resolver, uno de esos de trigonometría que siempre había odiado tanto... tangentes, cosenos, senos... Empezaba a desbarrar. Un día entero encerrado en casa concentrado en ti mismo tiene dos posibles salidas: que acabes albiscando algo de luz en tu tormenta o que acabes perdiéndote por los cerros de Úbeda... De momento ahí estaba yo, en una encrucijada pero no en Úbeda, algo más lejos. París.

Todavía me pesaba aquella respuesta. “No, no es mío” Esas palabras pesaban más que cuatrocientos sacos de plomo. Estaba aplastado bajo aquella mentira, bajo una vida que no era mía, una ciudad que no conocía y entre gente que intentaba por todos los medios que fuese otra. Aún así llegar a esta deplorable situación no fue tan fácil como se puede creer, la mentira parece la solución más sendilla pero consigue engañarnos incluso a los que se atreven a darle forma...deshacerse de ella es lo más difícil de todo. Si había tocado fondo, llegar hasta ese fondo me había obligado a arrastrarme por cañerías más oscuras, profundas y embarradas...

Parecía que el mismo día que había decidido largarme para abrir fronteras otros lo habían elegido como tal también. Cual fue mi asombro que en el mismo aeropuerto, al salir del más profundo de los agujeros existenciales posible tras la más dolorosa de las arcadas me sorprende un rayo de luz conocido, familiar, amigo, querido. Cayetana. Parecía que nos íbamos oliendo el uno al otro por el mundo adelante.

-Vicens-su miradaba una rara mezcla de sorpresa, incertidumbre, lástima y, por qué no, alivio de encontrarse con algo conocido- Dime por favor que sales de ese baño porque irremediablemente te has vuelto a empachar o porque tienes una resaca del quince.

...

-Dímelo Vicens, dime que esa señora gorda no tiene nada que ver contigo.

-No, ya no tiene nada que ver conmigo.

-¿Cómo que ya? Pero Vicens por Dios ¿Qué has hecho?

-Necesitaba el dinero Cayetana. Ni mis padres saben que... que me voy.

-¿Qué te vas a dónde? Bueno no cambies de tema con otra bomba sorpresa. ¿En que estabas pensando? ¡¡¡Joder!!! Una cosa es que bromees con hacerte puto y otra muy diferente es que llegues a hacerlo. Pero joder!!!

-¡¡¡Joder qué Cayetana!!! Necesitaba un poco de dinero y lo necesitaba ya, ¿¿qué quieres que me pusiese a pedir y a mentir diciendo que quería volver a mi casa y me habían robado?? NO existe gente tan buena en el mundo.

-¿Y no podías llamarnos a alguna de nosotras? Te habríamos...

-No quería involucraros en nada, sólo quería desaparecer, olvidarme por un tiempo de esa especie de película que hemos comenzado a rodar.

-Y coges y te marchas, muy valiente.

-...Pues -la miré de arriba abajo- creo que hemos pensado los dos en la misma valentía, ¿o me equivoco?

-Vale, de acuerdo. Pero tengo que evaluarte objetivamente ¿no? Sino no sería una buena amiga.

Nos empezamos a reír de nuestra propia miseria, tal y como lo hacíamos siempre. Creo que nunca había disfrutado tanto de una carcajada, quizás nunca la había necesitado de aquel modo... Cayetana rompió aquel idílico momento.

-Vicens, ahora en serio. ¿Por qué te vas?

-...Yo...-algún nostálgico recuerdo me empujaba a cantar esa vieja canción de Janette, pero no era el momento- necesito pensar, necesito aclararme...

-¿Aclararte? Es Thais la única embarazada aquí. Tú no necesitas...-una luz, apostaría que roja, iluminó lo que fuera que Caye tuviese dentro de la cabeza, yo me limité a asentir con la cabeza como el reo que admite su culpa- O Dios mío, estás embarazado,¿pero cómo?

-Jajajajajajajjajajajajajajaja -creo que ni yo hubiese podido liberar la tensión de aquel momento de mejor forma- Caye... no dígas estupideces...

-Joder Vicens, así que es tuyo, nos mentiste. Zorra ingrata...

-Entiéndeme estaba acojonado, no sabía qué hacer. Además, era la mejor excusa para juntar a Joan y Thais...

-No te las des de celestino ahora, no tienes disculpa...joder Vicens.

-No se lo dirás a nadie... por favor... es algo mío...

-Vicens...Es que me dan ganas de machacarte... Sabes... yo también tengo algo que contarte. Habrás oído ya que me vieron salir de casa de Garardo...

-Sí...¿cómo pudiste Caye? -no sé cómo pude decir eso cuando yo mismo me había liado también con él, aunque era algo que extrañamente no había llegado a ninguna de ellas, sólo lo sabía Petra.

-No es lo que parece...es mi her... mi her... No puedo mentirte. Sí, lo hice.

-Bueno, no pasa nada. Tranquila, todos hemos caído.

-Sí, todas nosotras... ¿cómo que todos?-me miró con cara de chiste.

-Sí, la otra noche, lo enredé para que se liase conmigo, era la única forma de que dejaseis de idolatrarlo... en breves os íbais a enterar...

-Jajaja eres lo peor...te van a odiar, aunque, ¿sabes qué? No servirá de mucho, porque yo ya lo sabía. De hecho se puede decir que me lo tiré gracias a ti.-La sangre comenzaba a hervirme- Me lo encontré destrozado, me contó todo llorando y... yo para demostrarle que no pasaba nada...pues...

-Pues te lo tiraste

-Fue una obra de caridad. Siéntete feliz, así comenzarán a ver que los sexos no son importantes

-jajajajaja Serás perra... -Tenía ganas de matarla, pero no podía parar de reir.- así que pleno, Gerardito hizo pleno...maldito cerdo cabrón.

-Vicens, ¿Qué vas a hacer? ¿A dónde te me vas?

-¿No lo adivinas?

-París. Nunca cambiarás...

-¿Y tú? ¿Por qué te vas ahora? ¿Por que somos tan inmundos?

-Yo le dejé a Thais casi todos mis ahorros... y me voy porque no quiero verles las caras cuando sepan que les mentí con lo de Gerardo... Se puede decir que estoy haciendo lo mismo que tú... pero yo me voy a Helsinki..ahí no se les ocurrirá buscarme...jajaja en cambio a ti...París será el primer sitio en que busquen...

-Te odio... Cayetana... ¿No diremos nada verdad? Tú no me has visto, yo no te he visto. Estamos solos...

-Solos de cagarse de lo solos que estamos amore. Pero esto es un hasta luego ¿verdad?

-No sé qué es esto Caye... lo único que puedo decirte es que te quiero, y que si hablas alguna vez con ellas les digas que las adoro... -Ya estaba llorando, mi tragicismo nunca me abandonaba

-Pero mira que eres dramático... Yo también te quiero. Nos veremos pronto. Te lo aseguro.

...

Ese era mi último recuerdo de España... Trataba incansable e insufriblemente de suplir el vacío que me provoca la ausencia de mis niñas. Había conocido a muchísima gente, ser extranjero tiene también sus ventajas. Pero nadie era como ellas. Estaba Leyre, una suiza entrañable, cariñosa pero con una carrera de corazones rotos impecable que me hacía no sentir tan desgraciado; Abby, una brasileira radiante, risueña y tan loca como yo... era mi perfecta evasión; Rupert, un esperpento de hombre, no podía parar de reirme a su lado; Charles un perfecto inglés, precavido, sabía escucharme y seleccionaba a la perfección a aquellos dignos de escuchar su verdadera historia y Brivido, un extraño e inconexo ser pero que era como una guía para la vida, sabía todas las respuestas, cada secreto del mundo, la vida lo había curtido. Estábamos todos cortados por el mismo patrón. Pero no eran ellas. Eran diferentes yos, gente perdida que habían escogido el mismo camino fácil que nos había unido y que, seguro nos separaría.

Vivir allí era bohemio, perfecto, era de ensueño...pero los sueños no se sostienen solos y el dinero ya escaseaba... No sé por qué, quizás para sentirme más cerca a ellas, pero decidí recurrir a Petra en busca de una pequeñita ayuda económica. Era 28 de diciembre, ¿quién me iba a creer? Yo era el rey de las inocentadas; así, si salía bien pues me lo mandaría y si no... pues sería una excusa cutre para volver a tener algo de contacto (realmente esperaba que se apiadase y me mandase unos eurillos...). El caso es que le mandé el mensaje...pero no obtuve la respuesta instantánea que hubiese querido... De hecho tuve dos respuestas distintas de distintas personas a una pregunta que ni siquiera yo me había propuesto realizar.

La primera noticia llegó al día siguiente. No era Petra. Era Leo, se había acordado de mí, me echaría de menos (quise consolarme así, no sabía que nuestra vida se basaba en los tropiezos insulsos del destino):

“Tenes que ayudarme. Me busca la policía. No es lo que crees”

¿No es lo que creo? Cielo Leo, yo ya no sé en qué creer. Las cosas parecían que habían cambiado algo más que poco en el tiempo que había estado recluído. Sólo se me venían a la cabeza las palabras que Caye me había regalado al despedirnos... “Estamos solos, solos de cagarse de lo solos que estamos”. Pero lo mejor no había llegado todavía, la guinda que adornaba aquella ya mítica frase vendría un día después. El destino se burlaba a cuentagotas, regalándonos cada día una especie de broma sin gracia más, que se unía a modo de rompecabezas con todas las que forjaban nuestro pasado. Ésta llegó también en forma de mensaje, pero a modo de respuesta, era la respuesta que yo esperaba dos días atrás. Era Petra.

“Vicens. No sé que coño pretendes pero tienes que volver. Thais acaba de perder al niño”

Deseaba que mis ojos me engañasen, que ya no entendiese el español y aquello no significase lo que irremediablemente significaba. Tardé unos momentos en asimilarlo, incluso me reí. Busqué otras explicaciones, tal vez se trataba de una inocentada con retraso...pero no. No podía ser, aquello no era para bromear. Me gustaría incluso estar loco y que todo fuese una artimaña de mi mente enferma. Ni la esquizofrenia podría servirme de apoyo, pues pedí incluso que leyesen por mí el mensaje. Descarté todas y cada una de las más enrevesadas posibilidades. Pero nada. Todo apuntaba a una única cosa. Era la realidad. La amarga, graciosa y asquerosa puta realidat.

Destino, esta vez eras digno de aplauso, digno de Oscar diría yo.

Sombra. Oscuridad. Era hora de volver. Ya lo había retrasado bastante...

V.