martes, 6 de octubre de 2009

Despertares...

Miraba alrededor. Intentaba cruzar una sola mirada cómplice con aquellas que siempre habían estado dispuestas a devolverme una sonrisa; pero esta vez, no sabía si había sido el recién saboreado Jack o era ciertamente que habíamos chocado de bruces con la más cruda realidad, pero me costaban las sonrisas amigas…

Parecíamos los mismísimos caballeros de la tabla redonda. No vestíamos brillantes armaduras sino corazas oxidadas por el tiempo, por el silencio y la verdad. Eran pesadas, pero parecía que era menos dolorosa esa carga que dejarla atrás para sentir en nuestra propia piel la brisa de la más punzante de las realidad con la que nos hubiese gustado topar. La hierba era ahora nuestro asiento y un viejo árbol el que nos reunía.

Sin embargo ya me había aburrido de escuchar. (Para qué mentir ahora). En verdad no estaba dispuesto a escuchar más verdades, a dejar que echasen por tierra todo en lo que me había gustado creer. No quería ver cómo, de pronto, tirarnos mierda unos a otros parecía apasionarnos. No era el momento. Todavía recorrían mi ropa los desconsuelos de Petra, la pobre se había llevado una de las peores partes…
Así que por un rato decidí sumergirme en mis propias abstracciones. Lo hacía a menudo. Quizás prefería aparentar ausencia que leer la verdad en aquella mano sucia y demacrada por el tiempo. “Ya me lo explicarían”, era algo que mi papel de rubio insufrible me permite a veces como lujo.



Luz maldita y molesta. Hay días que es mejor no abrir los ojos. Ni siquiera pensar. No despertar. Hoy era uno de esos, uno de los días en los que las sábanas parecen la mejor de las acompañantes y tus sueños la mejor de las vidas. Soñar… ¿por qué no? ¿Quién se negaría a concedérmelo después de la serenata de ayer?

-¡¡¡¡Pipiiiii!!¡Viceeeenss! – como siempre, mi madre puede.

Un dolor sordo, agudo me quebraba el brazo. Ya lo había olvidado.

Las imágenes volvían a mí…

Mierda joder. Por mucho que lo intenté, el Jack no ha conseguido hacerme olvidar, sólo había hecho que por unas horas pareciese menos cierto. Ahora es igual de visible que ayer aunque todavía poco comprensible… Los recuerdos son como fotogramas sin orden. La cronología no era lo mío y mucho menos tras una noche tan densa como aquella.

Mi espejo mostraba una vez más verdades innegables. Una pequeña brecha adornaba graciosamente mi labio acubanado. -Genial, Ta podrá reírse aún más de mí.
Necesito ordenar mi cabeza, alguien que me trace la línea temporal de las turbiedades de ayer. Había sido una noche más que extraña, pero alguien sorprendentemente había decidido brindarse una noche de abstemia y alejarse de su fiel amigo nocturno por unas horas. Yo la había retado y sé que en realidad lo hizo por darme en la cabeza; le encanta. Bueno, perrería o no, debería ser la que viese las cosas más claras hoy, siempre desde su peculiar punto de vista, pero al menos las vería.

Los dedos ya se deslizan solos por las teclas del teléfono, es una rutina.

“!Hola! ¿Ha despertado…? … ¿Cómo que Caye no ha llegado todavía? Pero si son las cuatro… ¿Qué no da señal su teléfono?...Perdidos”


V.

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