No podía parar de darle vueltas y más vueltas a la cabeza. Bueno, al fin y al cabo estaba ahí para eso. Mi único objetivo era aclararme, organizarme. Yo mismo era como un problema de matemáticas por resolver, uno de esos de trigonometría que siempre había odiado tanto... tangentes, cosenos, senos... Empezaba a desbarrar. Un día entero encerrado en casa concentrado en ti mismo tiene dos posibles salidas: que acabes albiscando algo de luz en tu tormenta o que acabes perdiéndote por los cerros de Úbeda... De momento ahí estaba yo, en una encrucijada pero no en Úbeda, algo más lejos. París.
Todavía me pesaba aquella respuesta. “No, no es mío” Esas palabras pesaban más que cuatrocientos sacos de plomo. Estaba aplastado bajo aquella mentira, bajo una vida que no era mía, una ciudad que no conocía y entre gente que intentaba por todos los medios que fuese otra. Aún así llegar a esta deplorable situación no fue tan fácil como se puede creer, la mentira parece la solución más sendilla pero consigue engañarnos incluso a los que se atreven a darle forma...deshacerse de ella es lo más difícil de todo. Si había tocado fondo, llegar hasta ese fondo me había obligado a arrastrarme por cañerías más oscuras, profundas y embarradas...
Parecía que el mismo día que había decidido largarme para abrir fronteras otros lo habían elegido como tal también. Cual fue mi asombro que en el mismo aeropuerto, al salir del más profundo de los agujeros existenciales posible tras la más dolorosa de las arcadas me sorprende un rayo de luz conocido, familiar, amigo, querido. Cayetana. Parecía que nos íbamos oliendo el uno al otro por el mundo adelante.
-Vicens-su miradaba una rara mezcla de sorpresa, incertidumbre, lástima y, por qué no, alivio de encontrarse con algo conocido- Dime por favor que sales de ese baño porque irremediablemente te has vuelto a empachar o porque tienes una resaca del quince.
...
-Dímelo Vicens, dime que esa señora gorda no tiene nada que ver contigo.
-No, ya no tiene nada que ver conmigo.
-¿Cómo que ya? Pero Vicens por Dios ¿Qué has hecho?
-Necesitaba el dinero Cayetana. Ni mis padres saben que... que me voy.
-¿Qué te vas a dónde? Bueno no cambies de tema con otra bomba sorpresa. ¿En que estabas pensando? ¡¡¡Joder!!! Una cosa es que bromees con hacerte puto y otra muy diferente es que llegues a hacerlo. Pero joder!!!
-¡¡¡Joder qué Cayetana!!! Necesitaba un poco de dinero y lo necesitaba ya, ¿¿qué quieres que me pusiese a pedir y a mentir diciendo que quería volver a mi casa y me habían robado?? NO existe gente tan buena en el mundo.
-¿Y no podías llamarnos a alguna de nosotras? Te habríamos...
-No quería involucraros en nada, sólo quería desaparecer, olvidarme por un tiempo de esa especie de película que hemos comenzado a rodar.
-Y coges y te marchas, muy valiente.
-...Pues -la miré de arriba abajo- creo que hemos pensado los dos en la misma valentía, ¿o me equivoco?
-Vale, de acuerdo. Pero tengo que evaluarte objetivamente ¿no? Sino no sería una buena amiga.
Nos empezamos a reír de nuestra propia miseria, tal y como lo hacíamos siempre. Creo que nunca había disfrutado tanto de una carcajada, quizás nunca la había necesitado de aquel modo... Cayetana rompió aquel idílico momento.
-Vicens, ahora en serio. ¿Por qué te vas?
-...Yo...-algún nostálgico recuerdo me empujaba a cantar esa vieja canción de Janette, pero no era el momento- necesito pensar, necesito aclararme...
-¿Aclararte? Es Thais la única embarazada aquí. Tú no necesitas...-una luz, apostaría que roja, iluminó lo que fuera que Caye tuviese dentro de la cabeza, yo me limité a asentir con la cabeza como el reo que admite su culpa- O Dios mío, estás embarazado,¿pero cómo?
-Jajajajajajajjajajajajajajaja -creo que ni yo hubiese podido liberar la tensión de aquel momento de mejor forma- Caye... no dígas estupideces...
-Joder Vicens, así que es tuyo, nos mentiste. Zorra ingrata...
-Entiéndeme estaba acojonado, no sabía qué hacer. Además, era la mejor excusa para juntar a Joan y Thais...
-No te las des de celestino ahora, no tienes disculpa...joder Vicens.
-No se lo dirás a nadie... por favor... es algo mío...
-Vicens...Es que me dan ganas de machacarte... Sabes... yo también tengo algo que contarte. Habrás oído ya que me vieron salir de casa de Garardo...
-Sí...¿cómo pudiste Caye? -no sé cómo pude decir eso cuando yo mismo me había liado también con él, aunque era algo que extrañamente no había llegado a ninguna de ellas, sólo lo sabía Petra.
-No es lo que parece...es mi her... mi her... No puedo mentirte. Sí, lo hice.
-Bueno, no pasa nada. Tranquila, todos hemos caído.
-Sí, todas nosotras... ¿cómo que todos?-me miró con cara de chiste.
-Sí, la otra noche, lo enredé para que se liase conmigo, era la única forma de que dejaseis de idolatrarlo... en breves os íbais a enterar...
-Jajaja eres lo peor...te van a odiar, aunque, ¿sabes qué? No servirá de mucho, porque yo ya lo sabía. De hecho se puede decir que me lo tiré gracias a ti.-La sangre comenzaba a hervirme- Me lo encontré destrozado, me contó todo llorando y... yo para demostrarle que no pasaba nada...pues...
-Pues te lo tiraste
-Fue una obra de caridad. Siéntete feliz, así comenzarán a ver que los sexos no son importantes
-jajajajaja Serás perra... -Tenía ganas de matarla, pero no podía parar de reir.- así que pleno, Gerardito hizo pleno...maldito cerdo cabrón.
-Vicens, ¿Qué vas a hacer? ¿A dónde te me vas?
-¿No lo adivinas?
-París. Nunca cambiarás...
-¿Y tú? ¿Por qué te vas ahora? ¿Por que somos tan inmundos?
-Yo le dejé a Thais casi todos mis ahorros... y me voy porque no quiero verles las caras cuando sepan que les mentí con lo de Gerardo... Se puede decir que estoy haciendo lo mismo que tú... pero yo me voy a Helsinki..ahí no se les ocurrirá buscarme...jajaja en cambio a ti...París será el primer sitio en que busquen...
-Te odio... Cayetana... ¿No diremos nada verdad? Tú no me has visto, yo no te he visto. Estamos solos...
-Solos de cagarse de lo solos que estamos amore. Pero esto es un hasta luego ¿verdad?
-No sé qué es esto Caye... lo único que puedo decirte es que te quiero, y que si hablas alguna vez con ellas les digas que las adoro... -Ya estaba llorando, mi tragicismo nunca me abandonaba
-Pero mira que eres dramático... Yo también te quiero. Nos veremos pronto. Te lo aseguro.
...
Ese era mi último recuerdo de España... Trataba incansable e insufriblemente de suplir el vacío que me provoca la ausencia de mis niñas. Había conocido a muchísima gente, ser extranjero tiene también sus ventajas. Pero nadie era como ellas. Estaba Leyre, una suiza entrañable, cariñosa pero con una carrera de corazones rotos impecable que me hacía no sentir tan desgraciado; Abby, una brasileira radiante, risueña y tan loca como yo... era mi perfecta evasión; Rupert, un esperpento de hombre, no podía parar de reirme a su lado; Charles un perfecto inglés, precavido, sabía escucharme y seleccionaba a la perfección a aquellos dignos de escuchar su verdadera historia y
Brivido, un extraño e inconexo ser pero que era como una guía para la vida, sabía todas las respuestas, cada secreto del mundo, la vida lo había curtido. Estábamos todos cortados por el mismo patrón. Pero no eran ellas. Eran diferentes yos, gente perdida que habían escogido el mismo camino fácil que nos había unido y que, seguro nos separaría.
Vivir allí era bohemio, perfecto, era de ensueño...pero los sueños no se sostienen solos y el dinero ya escaseaba... No sé por qué, quizás para sentirme más cerca a ellas, pero decidí recurrir a Petra en busca de una pequeñita ayuda económica. Era 28 de diciembre, ¿quién me iba a creer? Yo era el rey de las inocentadas; así, si salía bien pues me lo mandaría y si no... pues sería una excusa cutre para volver a tener algo de contacto (realmente esperaba que se apiadase y me mandase unos eurillos...). El caso es que le mandé el mensaje...pero no obtuve la respuesta instantánea que hubiese querido... De hecho tuve dos respuestas distintas de distintas personas a una pregunta que ni siquiera yo me había propuesto realizar.
La primera noticia llegó al día siguiente. No era Petra. Era Leo, se había acordado de mí, me echaría de menos (quise consolarme así, no sabía que nuestra vida se basaba en los tropiezos insulsos del destino):
“Tenes que ayudarme. Me busca la policía. No es lo que crees”
¿No es lo que creo? Cielo Leo, yo ya no sé en qué creer. Las cosas parecían que habían cambiado algo más que poco en el tiempo que había estado recluído. Sólo se me venían a la cabeza las palabras que Caye me había regalado al despedirnos... “Estamos solos, solos de cagarse de lo solos que estamos”. Pero lo mejor no había llegado todavía, la guinda que adornaba aquella ya mítica frase vendría un día después. El destino se burlaba a cuentagotas, regalándonos cada día una especie de broma sin gracia más, que se unía a modo de rompecabezas con todas las que forjaban nuestro pasado. Ésta llegó también en forma de mensaje, pero a modo de respuesta, era la respuesta que yo esperaba dos días atrás. Era Petra.
“Vicens. No sé que coño pretendes pero tienes que volver. Thais acaba de perder al niño”
Deseaba que mis ojos me engañasen, que ya no entendiese el español y aquello no significase lo que irremediablemente significaba. Tardé unos momentos en asimilarlo, incluso me reí. Busqué otras explicaciones, tal vez se trataba de una inocentada con retraso...pero no. No podía ser, aquello no era para bromear. Me gustaría incluso estar loco y que todo fuese una artimaña de mi mente enferma. Ni la esquizofrenia podría servirme de apoyo, pues pedí incluso que leyesen por mí el mensaje. Descarté todas y cada una de las más enrevesadas posibilidades. Pero nada. Todo apuntaba a una única cosa. Era la realidad. La amarga, graciosa y asquerosa puta realidat.
Destino, esta vez eras digno de aplauso, digno de Oscar diría yo.
Sombra. Oscuridad. Era hora de volver. Ya lo había retrasado bastante...
V.