sábado, 24 de julio de 2010

Sinápsis accidental ante la 206

Allí estaba. La puerta de la 206. Parecía un muro. Era un muro. Me temblaba hasta el alma. Alguien llegaba corriendo. Alejandra.

-A ti sí que no te esperaba. Bueno sí, te esperaba, pero no tan pronto. ¿Se puede saber dónde coño te habías metido? Pero tú te crees que puedes marcharte ahora. Eres un cabrón… A ver qué tanto tenías que hacer… ¿Dónde estuviste? Nosotras aquí con todo el drama y ahora llegas… ¿Crees que te vas a ir de rositas? Vamos hombre… A ti quería verte yo… bueno a ti y a Cayetana que cuando la coja me va a oír. Así solucionáis vosotros… -dejé de oírla. Alejandra no habla habitualmente de nada importante. Pero cuando dos de sus neuronas conectan, lo hacen durante un buen rato. Tenía toda la razón del mundo, pero hablaba de nada, hablaba sin saber - …porque aquí lo estuvimos pasando muy mal. Y vosotros a la buena vida. Y ahora tampoco sabemos nada de Leo. Si es que cuando vienen…vienen todos juntos. Y… - Hostias, Leo… con lo de Thais y el niño se me había olvidado por completo. Joder, iba a cagarla con ella también. Bueno, a las malas aún podré hacer algo, había tenido suerte y había pillado el avión ese mismo día. Leo no andaría muy lejos – Llantos y más llantos… Eso es lo que vivimos aquí. Es nuestro pan de cada día. Y el imbécil de Gerardo paseándose. Y los músicos estos de arriba para abajo, creyéndose alguien…¡Si sólo nos conocen de dos días! – ¿Gerardo? ¿Joan y Eloy?... Los que faltaban… Bueno Alejandra estaría dándome la brasa de mi vida, pero como noticiero no tenía precio – Sabes Vicens, ya es hora de bajar de las nubes, vives en los mundos de yuppie o qué sé yo… Aterriza. La vida está aquí abajo. La gente que te quiere es de carne y hueso y la tienes que mantener con hechos y verdades… no somos aire ni nos bastan tus fantasías. Thaís acaba perder al niño, para bien o para mal, pero esto no es ninguna broma. Thaís casi se mata por una puta sobredosis, que todavía no sé qué se le estaría pasando por la cabeza a ella y al imbécil de Edgar, que tampoco aparece. No es ningún cuento al que puedas inventarle de repente un final feliz lleno de hadas y príncipes – La abracé y rompí a llorar – Ahora lloras… llora anda llora… es lo único que hacemos últimamente…

- Era mío Alex. El niño era mío.

Silencio.

- Joder… Si no ganamos para disgustos… Pero Thais…

- Thais no lo sabe. Sólo lo sabe Caye. Y así seguirá siendo.

- Vicens, estas cosas… Más que nadie deberías saber que la mierda siempre acaba saliendo.

- No si no dices nada. Nadie tiene por qué enterarse. Por favor Alejandra. Te lo ruego.

- ¿Por eso te fuiste?

- Por eso y por todo… no puedo más. Thais, el embarazo, Gerardo jodiéndonos, hombres que desaparecen, la mierda del árbol persiguiéndonos… Esto no es vida. ¿Cómo hemos podido acabar así? ¿Por qué se nos fue tanto de las manos aquella noche? Desde entonces nada es igual y todo va de mal en peor. A penas puedo dormir por las noc…

- ¿Y crees qué yo sí? Esto es por tener siempre que dar la nota. No podemos callarnos nunca. Tenemos que saber y verlo todo. Así nos fue. Así nos va. Así acabamos como acabamos aquella noche. Y así acabaremos como no sepamos poner punto y final ya a esta mierda. Lo peor es que nadie habla. Todos nos hacemos los locos, miramos para otro lado, ocultamos cosas. Los problemas crecen y crecen y todavía no tenemos claro qué pasó en realidad porque nadie se ha atrevido a hablar. De nada sirve saber quién tiró la primera piedra. Pero las cosas no cuadran. Cada sigue con su cuento. Y no, no Vicens, las cosas no coinciden. Y el problema sigue allí, bajo el árbol maldito. Nos perseguirá siempre a menos que tengamos los cojones de abrir la boca para echar algo distinto del veneno que llevamos escupiendo desde entonces.
No supe qué decir. Hacía tiempo que no oía tantas verdades juntas. Alejandra cuando se ponía, no había quien la ganase. Menos mal que no lo hacía a menudo. Se calló, me miró y, como si la neurona que se le había encendido al verme se hubiera agotado, sonrió.

- Bueno qué, ¿entramos?

V.