lunes, 16 de agosto de 2010

Y dentro, gusanos

Era un desastre. Diría “un puto desastre”, pero eso me recordaba demasiado a mi padre.

La vida cambia y deja de ser ese juego de mesa absurdo cuyo mayor problema y expectación eran esperar que el próximo número del dado me permitiese llegar lejos o simplemente continuar sin pena ni gloria. Ya no había dado o al menos yo no lo tenía. No había meta, ni seguros ni casa que valiese. Todo a mi alrededor era ahora una gran casilla en blanco sin número y sin expectativa de victoria. Un peldaño flotante en la nada. Una nube sin dirección, sin razón de ser y sin previsión meteorológica. No había cielos, ni infiernos. Todo era lo mismo. Mirase lo que mirase no aparecía nada nuevo. Todo era decrépito, maloliente, nauseabundo, repugnante, inmundo y repulsivo. En otro momento hubiese soltado algún tipo de ingenio más allá de calificarlo de fuerte, heavy o cualquier otra chorrada. Esas categorías ya no me valían. Mi escala de valores estaba perdida en el cajón de algún sastre, la cumbre de la jerarquía no ascendía más allá de la mierda que veía. Olor a mugre. Olor a muerte. Pestilencia. Asco. Grima. Aspereza. Dolor. Corazón. Alma. Putrefacción. Muerte.

Todo muy escatológico, pero la vida alcanza este matiz cuando las sutilezas terminan y estás hundido en la más profunda y mugrienta fosa inimaginable.

En algún lugar tenía un hijo. Un hijo muerto. Un no-hijo. Lo que fuera que fuese o lo que fuera que dejó de ser era mi sangre. Nuestra sangre. Por mi parte, veneno. Nada bueno pudo haber salido nunca de esta escoria. Un algo mío me esperaría en algún lugar sin conocerme. En algún limbo que ni siquiera sabía si existía y que tampoco sabía si estaría hecho para mí, si alguien no me permitiría llegar o si los individuos de mi calaña tenían previsto algún tipo de infernal eternidad. Me esperaría después de la muerte, con unos ojos que nunca llegaron a abrirse y una boca a la que nunca se le permitió hablar, nadie le habría enseñado nunca nada. Sólo sabría esperar. Y tendría que aprenderlo por sí mismo. Esperar nada. No existir. Ser la incoherencia máxima. La nada. Esperar.

Pero yo ya estaba muerto. Al menos, vida no sentía. Me pregunto cómo me sentiría o, si ya estaba muerto, cómo me pude sentir a las puertas de mi último segundo. No lo recordaba. Pero vivo no estaba. No creo que hubiese diferencia entre estar muerto y estar como estaba en aquel momento.

Muerte en vida. Inerte por dentro. Colecciones químicas circulantes que no eran nada más que enlaces entre elementos que me hacían más incongruente. No conseguían formar vida. No sé cómo la gente que pasaba a mi lado no podía sentirlo. Me mataba esta podredumbre y los demás no podían ni olerlo. Apestaba a muerte. Era el olor de la exhumación. Insoportable. Pero incomprensiblemente inapreciable para el resto, lo cual lo hacía más insufrible.

Me gustaría ser capaz de bromear. Pero los chistes no eran más que muerte. Intentaba pensar qué diría el Vicens vivo. Recordaba como en otra época, era o lo que fuese en que se contabilizase el tiempo llegados a este punto de inconexión – eso si, lejos, muy lejos, tan lejos que superaba al recuerdo y se convertía en historia, en leyenda…en mito…- recordaba cómo hubiese pretendido confundir ese olor con el de los pies de Thais o el aliento de Petra sólo para molestarlas, reírnos de nuestra tontura y tener nuestro break… pero quedaba todo tan atrás… Yo fui mi propio mito. Mi propio héroe. Ahora era nada. Era muerte, o casi muerte porque la vida o lo que fuera que estuviese dentro de los que me rodeaban impedía que me sintiese muerto por completo. Tanto ruido despertaba el leve sonido de lo que un día latió dentro de mí.

Y todo este monólogo interno que se escaba al propio tiempo y que se pensaba sólo en lo que me quedaba de cerebro fue un microsegundo que me acompañó mientras Alejandra abría la puerta de la habitación. No sé cómo la muerte esperó hasta sentirse olida ante aquella puerta. ¿A qué había venido? ¿Por qué no sentía que me descomponía en vida antes? No hubiera venido… Mi propio cuerpo retrasó su muerte para fustigarme, verme allí y que todos me vieran hecho mierda y para criar malvas.

La dejé pasar. Me quedé fuera. Estaba demasiado moribundo o muerto como para entrar en ese cuarto y no vomitar literalmente las palabras. Cerré la puerta detrás de Alejandra. Pero yo quedé fuera. Empecé a correr. La poca vida o lo que quiera que me quedase la tenía que aprovechar para sentir el dolor máximo posible. Era lo justo. El karma. El ciclo. No tengo ni idea de qué coño era. Tenía que hacerlo antes de que dejase de sentir dolor físico por completo y fuese una caricatura de mí mismo.

Aquella altura me valía. Por mucho que no sintiese ya, por mucho que mi propia peste me hiciese ver que no tenía vida, por mucho que quisiese pensar que ya no había dolor todo era otra de mis pantomimas para no enfrentarme a nada. Tenía que sufrir como sufrió aquella criatura que sin cumpla, pena, causa ni razón dejó de existir sin lograr ni siquiera la mera existencia.

Sólo un paso.

Sólo un paso y ya estaba. Cerraríamos el telón. Y cual fuera la segunda parte la acataría desde mi inmundicia no humana. Sangre a la sangre.

Una calidez que triplicaba la de los restos de mi humanidad me invadió fuerte el hombro. Se extendió por mis cenizas. Me llamaba. Buscaba entre la basura. Algo volvió a despertar en mí.

Giré la cabeza.

Petra.

Justo a tiempo.

¿Resurrección? Demasiado poco virginal y creyente para eso.

¿Vida?

¿Suerte?

V.

sábado, 24 de julio de 2010

Sinápsis accidental ante la 206

Allí estaba. La puerta de la 206. Parecía un muro. Era un muro. Me temblaba hasta el alma. Alguien llegaba corriendo. Alejandra.

-A ti sí que no te esperaba. Bueno sí, te esperaba, pero no tan pronto. ¿Se puede saber dónde coño te habías metido? Pero tú te crees que puedes marcharte ahora. Eres un cabrón… A ver qué tanto tenías que hacer… ¿Dónde estuviste? Nosotras aquí con todo el drama y ahora llegas… ¿Crees que te vas a ir de rositas? Vamos hombre… A ti quería verte yo… bueno a ti y a Cayetana que cuando la coja me va a oír. Así solucionáis vosotros… -dejé de oírla. Alejandra no habla habitualmente de nada importante. Pero cuando dos de sus neuronas conectan, lo hacen durante un buen rato. Tenía toda la razón del mundo, pero hablaba de nada, hablaba sin saber - …porque aquí lo estuvimos pasando muy mal. Y vosotros a la buena vida. Y ahora tampoco sabemos nada de Leo. Si es que cuando vienen…vienen todos juntos. Y… - Hostias, Leo… con lo de Thais y el niño se me había olvidado por completo. Joder, iba a cagarla con ella también. Bueno, a las malas aún podré hacer algo, había tenido suerte y había pillado el avión ese mismo día. Leo no andaría muy lejos – Llantos y más llantos… Eso es lo que vivimos aquí. Es nuestro pan de cada día. Y el imbécil de Gerardo paseándose. Y los músicos estos de arriba para abajo, creyéndose alguien…¡Si sólo nos conocen de dos días! – ¿Gerardo? ¿Joan y Eloy?... Los que faltaban… Bueno Alejandra estaría dándome la brasa de mi vida, pero como noticiero no tenía precio – Sabes Vicens, ya es hora de bajar de las nubes, vives en los mundos de yuppie o qué sé yo… Aterriza. La vida está aquí abajo. La gente que te quiere es de carne y hueso y la tienes que mantener con hechos y verdades… no somos aire ni nos bastan tus fantasías. Thaís acaba perder al niño, para bien o para mal, pero esto no es ninguna broma. Thaís casi se mata por una puta sobredosis, que todavía no sé qué se le estaría pasando por la cabeza a ella y al imbécil de Edgar, que tampoco aparece. No es ningún cuento al que puedas inventarle de repente un final feliz lleno de hadas y príncipes – La abracé y rompí a llorar – Ahora lloras… llora anda llora… es lo único que hacemos últimamente…

- Era mío Alex. El niño era mío.

Silencio.

- Joder… Si no ganamos para disgustos… Pero Thais…

- Thais no lo sabe. Sólo lo sabe Caye. Y así seguirá siendo.

- Vicens, estas cosas… Más que nadie deberías saber que la mierda siempre acaba saliendo.

- No si no dices nada. Nadie tiene por qué enterarse. Por favor Alejandra. Te lo ruego.

- ¿Por eso te fuiste?

- Por eso y por todo… no puedo más. Thais, el embarazo, Gerardo jodiéndonos, hombres que desaparecen, la mierda del árbol persiguiéndonos… Esto no es vida. ¿Cómo hemos podido acabar así? ¿Por qué se nos fue tanto de las manos aquella noche? Desde entonces nada es igual y todo va de mal en peor. A penas puedo dormir por las noc…

- ¿Y crees qué yo sí? Esto es por tener siempre que dar la nota. No podemos callarnos nunca. Tenemos que saber y verlo todo. Así nos fue. Así nos va. Así acabamos como acabamos aquella noche. Y así acabaremos como no sepamos poner punto y final ya a esta mierda. Lo peor es que nadie habla. Todos nos hacemos los locos, miramos para otro lado, ocultamos cosas. Los problemas crecen y crecen y todavía no tenemos claro qué pasó en realidad porque nadie se ha atrevido a hablar. De nada sirve saber quién tiró la primera piedra. Pero las cosas no cuadran. Cada sigue con su cuento. Y no, no Vicens, las cosas no coinciden. Y el problema sigue allí, bajo el árbol maldito. Nos perseguirá siempre a menos que tengamos los cojones de abrir la boca para echar algo distinto del veneno que llevamos escupiendo desde entonces.
No supe qué decir. Hacía tiempo que no oía tantas verdades juntas. Alejandra cuando se ponía, no había quien la ganase. Menos mal que no lo hacía a menudo. Se calló, me miró y, como si la neurona que se le había encendido al verme se hubiera agotado, sonrió.

- Bueno qué, ¿entramos?

V.

jueves, 14 de enero de 2010

Destino a cuentagotas

No podía parar de darle vueltas y más vueltas a la cabeza. Bueno, al fin y al cabo estaba ahí para eso. Mi único objetivo era aclararme, organizarme. Yo mismo era como un problema de matemáticas por resolver, uno de esos de trigonometría que siempre había odiado tanto... tangentes, cosenos, senos... Empezaba a desbarrar. Un día entero encerrado en casa concentrado en ti mismo tiene dos posibles salidas: que acabes albiscando algo de luz en tu tormenta o que acabes perdiéndote por los cerros de Úbeda... De momento ahí estaba yo, en una encrucijada pero no en Úbeda, algo más lejos. París.

Todavía me pesaba aquella respuesta. “No, no es mío” Esas palabras pesaban más que cuatrocientos sacos de plomo. Estaba aplastado bajo aquella mentira, bajo una vida que no era mía, una ciudad que no conocía y entre gente que intentaba por todos los medios que fuese otra. Aún así llegar a esta deplorable situación no fue tan fácil como se puede creer, la mentira parece la solución más sendilla pero consigue engañarnos incluso a los que se atreven a darle forma...deshacerse de ella es lo más difícil de todo. Si había tocado fondo, llegar hasta ese fondo me había obligado a arrastrarme por cañerías más oscuras, profundas y embarradas...

Parecía que el mismo día que había decidido largarme para abrir fronteras otros lo habían elegido como tal también. Cual fue mi asombro que en el mismo aeropuerto, al salir del más profundo de los agujeros existenciales posible tras la más dolorosa de las arcadas me sorprende un rayo de luz conocido, familiar, amigo, querido. Cayetana. Parecía que nos íbamos oliendo el uno al otro por el mundo adelante.

-Vicens-su miradaba una rara mezcla de sorpresa, incertidumbre, lástima y, por qué no, alivio de encontrarse con algo conocido- Dime por favor que sales de ese baño porque irremediablemente te has vuelto a empachar o porque tienes una resaca del quince.

...

-Dímelo Vicens, dime que esa señora gorda no tiene nada que ver contigo.

-No, ya no tiene nada que ver conmigo.

-¿Cómo que ya? Pero Vicens por Dios ¿Qué has hecho?

-Necesitaba el dinero Cayetana. Ni mis padres saben que... que me voy.

-¿Qué te vas a dónde? Bueno no cambies de tema con otra bomba sorpresa. ¿En que estabas pensando? ¡¡¡Joder!!! Una cosa es que bromees con hacerte puto y otra muy diferente es que llegues a hacerlo. Pero joder!!!

-¡¡¡Joder qué Cayetana!!! Necesitaba un poco de dinero y lo necesitaba ya, ¿¿qué quieres que me pusiese a pedir y a mentir diciendo que quería volver a mi casa y me habían robado?? NO existe gente tan buena en el mundo.

-¿Y no podías llamarnos a alguna de nosotras? Te habríamos...

-No quería involucraros en nada, sólo quería desaparecer, olvidarme por un tiempo de esa especie de película que hemos comenzado a rodar.

-Y coges y te marchas, muy valiente.

-...Pues -la miré de arriba abajo- creo que hemos pensado los dos en la misma valentía, ¿o me equivoco?

-Vale, de acuerdo. Pero tengo que evaluarte objetivamente ¿no? Sino no sería una buena amiga.

Nos empezamos a reír de nuestra propia miseria, tal y como lo hacíamos siempre. Creo que nunca había disfrutado tanto de una carcajada, quizás nunca la había necesitado de aquel modo... Cayetana rompió aquel idílico momento.

-Vicens, ahora en serio. ¿Por qué te vas?

-...Yo...-algún nostálgico recuerdo me empujaba a cantar esa vieja canción de Janette, pero no era el momento- necesito pensar, necesito aclararme...

-¿Aclararte? Es Thais la única embarazada aquí. Tú no necesitas...-una luz, apostaría que roja, iluminó lo que fuera que Caye tuviese dentro de la cabeza, yo me limité a asentir con la cabeza como el reo que admite su culpa- O Dios mío, estás embarazado,¿pero cómo?

-Jajajajajajajjajajajajajajaja -creo que ni yo hubiese podido liberar la tensión de aquel momento de mejor forma- Caye... no dígas estupideces...

-Joder Vicens, así que es tuyo, nos mentiste. Zorra ingrata...

-Entiéndeme estaba acojonado, no sabía qué hacer. Además, era la mejor excusa para juntar a Joan y Thais...

-No te las des de celestino ahora, no tienes disculpa...joder Vicens.

-No se lo dirás a nadie... por favor... es algo mío...

-Vicens...Es que me dan ganas de machacarte... Sabes... yo también tengo algo que contarte. Habrás oído ya que me vieron salir de casa de Garardo...

-Sí...¿cómo pudiste Caye? -no sé cómo pude decir eso cuando yo mismo me había liado también con él, aunque era algo que extrañamente no había llegado a ninguna de ellas, sólo lo sabía Petra.

-No es lo que parece...es mi her... mi her... No puedo mentirte. Sí, lo hice.

-Bueno, no pasa nada. Tranquila, todos hemos caído.

-Sí, todas nosotras... ¿cómo que todos?-me miró con cara de chiste.

-Sí, la otra noche, lo enredé para que se liase conmigo, era la única forma de que dejaseis de idolatrarlo... en breves os íbais a enterar...

-Jajaja eres lo peor...te van a odiar, aunque, ¿sabes qué? No servirá de mucho, porque yo ya lo sabía. De hecho se puede decir que me lo tiré gracias a ti.-La sangre comenzaba a hervirme- Me lo encontré destrozado, me contó todo llorando y... yo para demostrarle que no pasaba nada...pues...

-Pues te lo tiraste

-Fue una obra de caridad. Siéntete feliz, así comenzarán a ver que los sexos no son importantes

-jajajajaja Serás perra... -Tenía ganas de matarla, pero no podía parar de reir.- así que pleno, Gerardito hizo pleno...maldito cerdo cabrón.

-Vicens, ¿Qué vas a hacer? ¿A dónde te me vas?

-¿No lo adivinas?

-París. Nunca cambiarás...

-¿Y tú? ¿Por qué te vas ahora? ¿Por que somos tan inmundos?

-Yo le dejé a Thais casi todos mis ahorros... y me voy porque no quiero verles las caras cuando sepan que les mentí con lo de Gerardo... Se puede decir que estoy haciendo lo mismo que tú... pero yo me voy a Helsinki..ahí no se les ocurrirá buscarme...jajaja en cambio a ti...París será el primer sitio en que busquen...

-Te odio... Cayetana... ¿No diremos nada verdad? Tú no me has visto, yo no te he visto. Estamos solos...

-Solos de cagarse de lo solos que estamos amore. Pero esto es un hasta luego ¿verdad?

-No sé qué es esto Caye... lo único que puedo decirte es que te quiero, y que si hablas alguna vez con ellas les digas que las adoro... -Ya estaba llorando, mi tragicismo nunca me abandonaba

-Pero mira que eres dramático... Yo también te quiero. Nos veremos pronto. Te lo aseguro.

...

Ese era mi último recuerdo de España... Trataba incansable e insufriblemente de suplir el vacío que me provoca la ausencia de mis niñas. Había conocido a muchísima gente, ser extranjero tiene también sus ventajas. Pero nadie era como ellas. Estaba Leyre, una suiza entrañable, cariñosa pero con una carrera de corazones rotos impecable que me hacía no sentir tan desgraciado; Abby, una brasileira radiante, risueña y tan loca como yo... era mi perfecta evasión; Rupert, un esperpento de hombre, no podía parar de reirme a su lado; Charles un perfecto inglés, precavido, sabía escucharme y seleccionaba a la perfección a aquellos dignos de escuchar su verdadera historia y Brivido, un extraño e inconexo ser pero que era como una guía para la vida, sabía todas las respuestas, cada secreto del mundo, la vida lo había curtido. Estábamos todos cortados por el mismo patrón. Pero no eran ellas. Eran diferentes yos, gente perdida que habían escogido el mismo camino fácil que nos había unido y que, seguro nos separaría.

Vivir allí era bohemio, perfecto, era de ensueño...pero los sueños no se sostienen solos y el dinero ya escaseaba... No sé por qué, quizás para sentirme más cerca a ellas, pero decidí recurrir a Petra en busca de una pequeñita ayuda económica. Era 28 de diciembre, ¿quién me iba a creer? Yo era el rey de las inocentadas; así, si salía bien pues me lo mandaría y si no... pues sería una excusa cutre para volver a tener algo de contacto (realmente esperaba que se apiadase y me mandase unos eurillos...). El caso es que le mandé el mensaje...pero no obtuve la respuesta instantánea que hubiese querido... De hecho tuve dos respuestas distintas de distintas personas a una pregunta que ni siquiera yo me había propuesto realizar.

La primera noticia llegó al día siguiente. No era Petra. Era Leo, se había acordado de mí, me echaría de menos (quise consolarme así, no sabía que nuestra vida se basaba en los tropiezos insulsos del destino):

“Tenes que ayudarme. Me busca la policía. No es lo que crees”

¿No es lo que creo? Cielo Leo, yo ya no sé en qué creer. Las cosas parecían que habían cambiado algo más que poco en el tiempo que había estado recluído. Sólo se me venían a la cabeza las palabras que Caye me había regalado al despedirnos... “Estamos solos, solos de cagarse de lo solos que estamos”. Pero lo mejor no había llegado todavía, la guinda que adornaba aquella ya mítica frase vendría un día después. El destino se burlaba a cuentagotas, regalándonos cada día una especie de broma sin gracia más, que se unía a modo de rompecabezas con todas las que forjaban nuestro pasado. Ésta llegó también en forma de mensaje, pero a modo de respuesta, era la respuesta que yo esperaba dos días atrás. Era Petra.

“Vicens. No sé que coño pretendes pero tienes que volver. Thais acaba de perder al niño”

Deseaba que mis ojos me engañasen, que ya no entendiese el español y aquello no significase lo que irremediablemente significaba. Tardé unos momentos en asimilarlo, incluso me reí. Busqué otras explicaciones, tal vez se trataba de una inocentada con retraso...pero no. No podía ser, aquello no era para bromear. Me gustaría incluso estar loco y que todo fuese una artimaña de mi mente enferma. Ni la esquizofrenia podría servirme de apoyo, pues pedí incluso que leyesen por mí el mensaje. Descarté todas y cada una de las más enrevesadas posibilidades. Pero nada. Todo apuntaba a una única cosa. Era la realidad. La amarga, graciosa y asquerosa puta realidat.

Destino, esta vez eras digno de aplauso, digno de Oscar diría yo.

Sombra. Oscuridad. Era hora de volver. Ya lo había retrasado bastante...

V.

jueves, 7 de enero de 2010

Noche de chicas

Habíamos hecho un evento en el Tuenti, los padres de Thais no estaban así que tocaba claramente noche de pijamas, con porno incluído, para echarnos unas risas.
Lo necesitábamos yo creo que más que nunca, después de todas las cosas extrañas que nos habían pasado...

Me encaminé muerta de frío a casa de Thais, y recogí a Lidia por el camino...Sigo sin entender el cambio que ha dado...siempre había adorado la Navidad, se ponía como una niña pequeña y nos obligaba a ir a ver las cabalgatas...pero esa vez,no se porqué se puso a berborrear sobre la sociedad del consumismo, la falsedad de estos días, el asco que le daba...Es tan reservada...sabe Dios que le habrá pasado para haberse convertido en lo que hoy en día es...pero ese día era para sonreír, desde luego no se lo iba a preguntar en ese momento...

Ya estaban todas allí; Raquel, Serena, Lidia, Leo, Alejandra y por supuesto, Thais. Faltaban sólo Caye y Vicens...que tal y como estaban las cosas, casi es mejor que no estuviesen...

Al principio, nos pusimos a ver pelis, a jugar a juegos de mesa y a mantener conversaciones absurdas entre litros de sangría (joder, siempre traigo el coche cuando más mola beber, pensé).Todo era genial hasta que Thais comenzó a tener arcadas...

Entonces comenzaron los reproches, que si cómo bebía si estaba preñada, que si estaba loca, que si era una irresponsable...parecíamos una manada de buitres acechando a una presa muy fácil. Quién se iba a imaginar que al día siguiente Thais acabaría en el hospital simplemente por encontrarse tan sola...

Sonó el teléfono.

-Hola? Petra?
-Si? (Quién coño puede llamar a las 4 y media de la madrugada?)
-Soy Miguel, el chico del bar del otro día...es que resulta que aquí está tu novio borracho como una cuva, ni se sostiene. ¿Vienes a buscarlo?

No sé por qué no le dije que no era mi novio, ni por qué no le conté a las niñas, sobretodo a Thais, que Joan estaba en un bar borracho como una cuba, el caso es que me disculpé diciendo que me llamaba un camarero de un bar que estaba cañón y que no podía perder esta oportunidad tan clara...

Así que me fui y en nada llegué al bar. Miguel me estaba esperando con una especie de saco de patatas con forma de tío entre los brazos.

-Siéntalo ahí, por favor.

Balbuceaba cosas sin sentido, pero con el tiempo,8 tónicas, y 4 vomitonas que prefiero no recordar, comenzaba a recuperar el sentido.

-Mira Petra, ¿te gusta? me ha costado un dineral.

-JO-DER!

En ese preciso instante el pedrusco de ese anillo me pareció como la bola del mundo de grande...

-Pero...qu-qué?

-Le voy a pedir que se case conmigo. Quiero que el niño crezca en un hogar de verdad, con papá y mamá y...qué coño!quiero a Thais más que a mi puta vida. Será cruel pensar así, pero esta pequeña broma del destino me ha atado a ella. Tengo todo planeado...dónde voy a trabajar, dónde vamos a vivir...mi familia va a ayudarnos...qué te parece?

En ese momento se me pasó por la cabeza algo que me había comentado Caye...(-lo que teníamos que hacer es darle pelas, que aborte y a tomar por culo los problemas!)Y me di cuenta de que no tenía ni la más remota idea de lo que quería Thais; pero suponía que habrían hablado de todo esto ya...pero no lo habían hecho no, eso sería al día siguiente.

-Me parece una pasada, joder!Adelante...si la quieres adelante!!!

Nos sonreímos, nos abrazamos, y me sentí mejor que nunca...al fin algo salía bien...

De pronto recibí un sms: *Pett, necesito que me mandes un giro de pelas a mi cuenta, me he quedado sin dinero en París y no sé que hacer...eres la única que puede ayudarme.No es una coña.Con 100 euros me llega para volver.Espero que todo bien.te quiero*

(Jajaja Venga Vicens!esta vez no me lo creo!)Era 28 de diciembre.


-Hasta luego supermán! Y gracias por todo.

El Miguel ese tenía los dientes super blancos...

P.