martes, 29 de septiembre de 2009

Donde todo empieza...

Hay Un Lugar Lejano, Un Misterio… donde todos guardamos los recuerdos que queremos ocultar… Hay quien olvida ese lugar, hay quien regresa a él todos los días, de una manera casi obsesiva, y hay quien se empeña en vivir en él, sea o no sea real…

Mi lugar está justo bajo ese árbol.

No es que me crea una especie de Alicia, ni que si me asomo un poco me encontraré a un conejo con prisa, o a la reina de corazones. No, yo no soy ninguna Alicia, ni la pequeña Dorothy, ni Batman ni la madre que parió a todos los personajes de cuento.

Mi nombre es Petra, y por ahora es todo lo que necesitáis saber de mí.

Parezco imbécil, ni que esta fuera la primera vez que escribo un texto, pero he decidido que es una buena manera para comenzar a decir la verdad. Espero que no os decepcione mi versión de los hechos, sobretodo a ti, estés donde estés, si es que puedes leerlo…
No puedo hacer esto sola, así que contaré con la ayuda de las personas que lo han vivido exactamente igual que yo, minuto a minuto, hecho por hecho, situación por situación.

Comenzaré por el principio, que es como me han enseñado, aunque he de anticipar que no será fácil de explicar, pero todos, TODOS nosotros, tenemos la necesidad de entender qué fue lo que pasó, y sobretodo por qué a nosotros…

Lo dicho, vayamos donde todo empezó…

Los sábados solíamos salir a un pub de las afueras, el Oasis, y esta vez coincidió que estábamos todos. Hacía ya tiempo que no nos juntábamos; ya se sabe que con las pandillas grandes siempre hay alguno que tiene algo que hacer. Yo, por aquel tiempo, estaba muy enganchada a las drogas, y, a pesar de las advertencias de mis amigos, me encontré totalmente sumida en ese agujero negro…

Esa noche, como era de esperar en mí, me fui con el primer tío que me ofreció un poco de coca, y un pellizquito de amor en forma de sexo. Esta vez resultó ser un polaco (o algo así) que se había traído unas pastillas especiales de su país (“no en España, sólo Polonia y RRRRRRuuuuusia”), las cuales, me sometieron totalmente a él, volviéndome vulnerable.
Esa noche, ese hijo de puta me hizo cosas que ni siquiera soy capaz de describir, cosas que me han dejado secuelas mucho más allá de la imaginación de cualquiera de vosotros.
Salí tambaleándome de ese cuarto oscuro, sangrando, y sin saber muy bien a donde iba... y fui a parar una vez más a los brazos de Vicens.

Vicens era mi mejor amigo; bueno, en realidad era el mejor amigo de todas. Habíamos aprendido a aceptar las rarezas de su carácter, sus excentricidades, sus canciones a pleno pulmón… y él, a cambio, siempre estaba donde tenía que estar.
Siempre había pensado que tenía algo de brujo; con sus historias de echar las cartas, del oráculo de no sé donde y la luna en posición de no se qué…La verdad, nunca le había hecho mucho caso hasta esa noche.

Toda una pandilla reunida alrededor de un árbol, bajo la única luz de las estrellas; unida por el odio y la vergüenza, por la poca confianza en este mundo. Unida por lo que acababa de suceder, y unida por lo que sucedería más adelante…

P.